Sabemos que en el mundo hay concepciones distintas de la universidad. Para
la Organización Mundial de Comercio la universidad es un rubro más,
precisamente, del comercio; pero históricamente, para las clases dominantes, ha
sido y es una institución formadora de las élites. En su modernización, a
mediados del siglo XX, la universidad amplió su función, incorporando la
producción relativamente masiva de trabajadores de alta calificación.
La universidad estatal
argentina es un caso muy particular. Sin dejar de ser parte del aparato de
dominio y reproducción del sistema, viene siendo, a la vez, un sector de ese
aparato sumamente contradictorio.
Suele vibrar, ni más ni menos, cual caja de resonancia,
al compás de los avatares de la sociedad argentina.
Seguramente la conquista y el legado
principal de la Reforma Universitaria de 1918 y de las luchas
posteriores es precisamente ésa:
Una universidad
relativamente contradictoria en medio de la sociedad capitalista.
Contradicción generada y mantenida por la acción del movimiento
estudiantil-docente.
La continuidad de esa acción social y política docente-estudiantil, ligada
al pueblo, incluso logra, en ocasiones, la actuación de la propia institución
en el mismo sentido
La universidad estatal
argentina es parte del campo de batalla dentro del cual se expresa y desarrolla
la lucha entre los intereses de distintas clases y sectores sociales
Un ejemplo muy significativo es el de la lucha de este año 2018, que
partiendo de la defensa del salario docente se extendió rápidamente a la
defensa de la universidad y de la educación pública, en la cual la propia
universidad, sus cuerpos directivos, sus autoridades, debieron convertirse en
partícipes, incluso en actos públicos fuera del ámbito universitario
Quizá lo más significativo fue que no sólo docentes y estudiantes fueron
sus protagonistas. Se sumó la mayoría de la población y no sólo por solidaridad,
sino porque nuestro pueblo asume crecientemente la idea de la educación como un
derecho
El acceso a las aulas universitarias
se va convirtiendo, de oportunidad otorgada, en derecho exigido
En medio de este clima Zaffaroni se entusiasma y publica en Página 12 un
artículo titulado “El miedo a la revolución del saber”, partiendo del hecho
cierto y positivo de la creación de nuevas universidades en el conurbano bonaerense
durante el gobierno kirchnerista (https://www.pagina12.com.ar/144052-el-miedo-a-la-revolucion-del-saber)
La apertura de esas universidades constituye efectivamente una ampliación
de derechos para un sector de la población
Y por otra parte facilita ampliar el campo de lucha que la universidad
significa
Pero en su entusiasmo Zaffaroni exagera cuando dice: “…las nuevas universidades
nacionales convocaron a los jóvenes de las clases trabajadoras, no sólo en el
conurbano bonaerense sino también de los rincones lejanos de nuestras
provincias..”
El conjunto de los jóvenes de las clases trabajadoras no acceden a la
universidad, y menos en los rincones lejanos de nuestras provincias
Ni siquiera está garantizada la enseñanza secundaria para todos
Es cierto que una parte de la población muy humilde ha accedido a la
universidad. Lo que no es cierto es que con eso basta para cambiar la esencia
de la institución universitaria. Eso sí, sirve para pelearla mejor
No significa, como idealiza Zaffaroni, que es en la universidad donde esos
jóvenes “…van
tomando consciencia de la larga discriminación clasista y hasta racista de que
son víctimas los suyos y ellos mismos….”
Y menos aún significa
que de producirse esa inclusión sería la verdadera revolución, la “revolución
del saber”, la “revolución pacífica”
Según dice Zaffaroni:
“Hoy no se hace una
revolución tomando por la fuerza, violentamente, el palacio de invierno y
derrocando zares, porque, además de que la violencia provoca violencia y a la
larga casi nada más, no hay más zares ni existe un poder concentrado en ningún
palacio. El cambio social profundo, inclusivo, la revolución del siglo XXI se
hace apoderándose del conocimiento, que la elite se empeña en monopolizar”
Llama la atención la descalificación de las revoluciones, que producen
violencia y “casi nada más”.
Las revoluciones anticolonialistas de América, Asia y África, la mexicana,
las de Rusia, China o Cuba, la liberal de Francia, han producido, entre otras
cosas, la mayoría de los derechos en cuya defensa Zaffaroni se ha hecho famoso
En su afán de demostrar que el saber es la revolución, Zaffaroni apela a
recordar que en la sociedad esclavista norteamericana “se penaba a quien enseñase a leer y
escribir a un esclavo”, que, por supuesto, era negro. Ese es un ejemplo del
pasado. Lo que Zaffaroni no tiene en cuenta es que estamos en plena sociedad
capitalista.
Hoy, en EEUU, es
exhibido como un ejemplo que un negro de abuelos humildes sea abogado y
desempeñe el cargo de presidente. Y por ser culto y negro a la vez, no cambió
la esencia imperialista, belicista y dominante, de esa potencia
Hoy, en las estancias chaqueñas los peones utilizan celulares para
organizarse durante el arreo del ganado en el monte y los empresarios del
agronegocio sojero cuentan con conductores de maquinaria que usan informática
para la agricultura de precisión
Las clases dominantes no están en contra, en general, del saber y la
educación
Necesitan sí que sea a la medida, en extensión y contenido, del crecimiento
de su riqueza y de la perpetuación de su dominio
De lo que están en contra es que se convierta en un derecho popular y que,
por tanto, deban distraer parte de la riqueza que se produce para atender ese
derecho. Ese es el principal motivo por el cual la gobernadora Vidal no quiere
universidad para pobres
No es tanto el miedo al saber, como tampoco le temen a la salud. Lo que no
quieren es gastar en lo que para ellos son “rubros”
Por eso, como dice Zaffaroni, “….reducen los presupuestos universitarios, desfinancian
el desarrollo tecnológico, desmantelan proyectos, insultan y difaman a los
maestros y profesores, les retacean aumentos, precarizan escuelas, mandan
matones a secuestrar maestras”
Su política es el fomento de la educación privada, incluyendo la mercantilización
de la universidad estatal
Y dejar para la escuela pública y para la salud pública, para los que
“caen” en ellas, lo que Martínez de Hoz denominaba la subsidiariedad del estado
No es demasiado difícil calcular y comprender que una distinta distribución
de la riqueza permitiría satisfacer las necesidades fundamentales de la
población, garantizar trabajo y salud para todos, a la vez que disminuir la
carga individual de trabajo, y también cuidar el medio ambiente
Lo difícil es convencer a quienes detentan la riqueza y los subsiguientes resortes
del poder. Hay una sola forma de convencerlos: por la fuerza
Respeto mucho el saber de Zaffaroni, pero me preocupa que en su intento de
reivindicar el derecho al saber termine reivindicando un viejo mito liberal,
típico de lo que suele denominarse como el progresismo burgués, el que dice que
los cambios sociales necesarios se logran por vía de la educación, no por las
transformaciones revolucionarias, y menos si son violentas
A menos que se piense que por esa vía, la del saber, se puede transformar
el capitalismo, despojarlo de su afán y necesidad de explotación y tornarlo
humanista
Recrear ese mito nos pondría a los docentes universitarios como vanguardia
de “la revolución del saber”. El entusiasmo desbordante de Zaffaroni lo lleva a
decir que “..estamos
enseñando al piberío pobre el “knowhow” que ellos querían monopolizar…, al
tiempo que van sabiendo que son víctimas del programa de endeudamiento (o de
administración fraudulenta) del actual gobierno y de los que lo precedieron en
las anteriores etapas de entreguismo colonialista que sufrió nuestra Nación”
Retornemos sensatamente
a nuestra humilde y honrosa condición de trabajadores de la educación
La lucha por los derechos, incluido el del saber, es parte de la lucha de
clases
Quienes defendemos ese derecho debemos integrarlo al conjunto de las
reivindicaciones populares
Junto con Zaffaroni y con todos los que luchan por esas reivindicaciones
debemos crear herramientas capaces de confrontar exitosamente con el poderío de
las clases dominantes
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Introducir comentario