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martes, 17 de septiembre de 2019

LA MEDIDA EN LA AGRIMENSURA, CONTROVERSIAS Y OPINIONES


Ponencia presentada en el XII CONGRESO NACIONAL DE AGRIMENSURA, que se llevará a cabo en Mendoza, Argentina, los días 9, 10 y 11 de octubre de 2019

Aldo Oscar Mangiaterra Wischnivesky

RESUMEN

Tendemos a creer que las medidas de un objeto son propias del mismo, pero las cosas por sí mismas no tienen medida.
La medida es la cuantificación efectuada por el hombre para poder ejercer acciones que satisfagan sus necesidades.
Para obtenerla, se vale de algún instrumento y, como ambos no son perfectos, no lo será el resultado.
Por lo tanto, la medida no es otra cosa que una opinión, afirmación plenamente corroborada por la Agrimensura, a partir de lo cual se discuten controversias y opiniones
¿QUÉ ES MEDIR?
 Medir consiste en cuantificar, dar un valor numérico a algún atributo propio de un objeto o cosa; por ejemplo, podemos medir longitud, temperatura, velocidad, etc.
Obtener una medida es un proceso en el que intervienen el ser humano y los medios que dispone para tal fin. En otras palabras, sus conocimientos, su habilidad y sus instrumentos.

Se suele decir que medir es una operación tan elemental que cualquiera puede hacerlo y suelen mencionarse como ejemplos a un albañil o a una modista, considerando así demostrado que no requiere una preparación específica previa.
Invito a quienes opinen de tal modo a contratar una modista para que se encargue de tomar las medidas cuando quieran construir su casa y, por supuesto, a un albañil para tomarle las medidas a la novia, si se trata de un casamiento, y piensan regalarle un vestido para lucir en la ceremonia.
En ambos casos será fácil comprobar que una y otro poseen conocimientos, habilidad e instrumentos distintos, propios y específicos de su profesión.
Ambos deben tener criterio que les permita discernir con claridad y responder a tres preguntas:
¿Para qué se mide?
¿Qué es necesario medir?
¿De qué manera hacerlo, cómo hacerlo?

Para poner un ejemplo elemental: todo albañil medianamente experimentado utiliza la regla llamada del 3, 4, 5 (ver figura 1), para comprobar o replantear un ángulo recto; a la modista esa técnica le es desconocida e innecesaria.
Préstese atención a que cuando decimos 3, 4, 5, estamos hablando de un triángulo rectángulo cuyos catetos miden 3 y 4 metros respectivamente y 5 metros la hipotenusa, o también otras longitudes que respetan esa proporción, es decir que hablamos de la aplicación del teorema de Pitágoras, más allá de que nuestro albañil no lo identifique con ese título ni con la expresión matemática a2 + b2 = c2
Figura 1 - Técnica del 3, 4, 5
En ambos casos, modista y albañil, es evidente que poseen el conocimiento de una técnica específica y necesaria para cada especialidad y, además, en el caso de mayor habilidad, hay también algo más sutil, que es el ejercicio de lo que yo llamo el arte de la medición. Para uno y otro caso puede, y suele, usarse la expresión “es un/a artista midiendo”.
Podemos decir entonces que para medir es necesario conocer la técnica adecuada y que además es conveniente dominar el arte específico para mejor cumplir el cometido.
Veamos el caso en que las medidas deben satisfacer otros requerimientos más complejos, como exigencias particulares de precisión, o implicancias legales, o utilización de instrumentos sofisticados, o dimensiones fuera de lo rutinario, etc., o varias de ellas simultáneamente, para lo cual debemos establecer más rigurosamente en qué consiste “medir”.
Ubicándonos en el plano más general y abarcativo podemos decir que para medir adecuadamente es necesario conocer y aplicar:
LA CIENCIA, LA TÉCNICA Y EL ARTE DE LA MEDICIÓN
CIENCIA: requiere el conocimiento y uso de las leyes que intervienen en el proceso de medición. Por ejemplo, la dilatación del metal con la variación de temperatura, la alteración de la propagación de las ondas electromagnéticas en distintos medios, el cálculo matemático, etc.
TÉCNICA: requiere el conocimiento y adecuado manejo de los procedimientos y el instrumental necesario. Por ejemplo, el estacionamiento y verticalización de una estación total sobre un punto, o el diseño de mediciones sobreabundantes para verificar el cumplimiento de condiciones de “cierre”, etc.
ARTE: requiere habilidad, destreza y capacidad creativa, e implica el ejercicio del goce inherente a la obtención de un resultado satisfactorio específico.
Vistas así las cosas pasamos a otro plano, si se quiere rayando en el terreno de lo filosófico.
¿QUÉ ES LA MEDIDA?
La medida es un producto de la actividad humana. Surge de la necesidad de satisfacer necesidades, valga la redundancia.
Los seres humanos en su evolución crearon herramientas y fueron actuando cada vez más sobre la naturaleza para satisfacer sus necesidades crecientes.
En ese devenir necesitaron cuantificar para mejor manejarse.
Seguramente al principio serían tan solo unidades, tres huevos, dos aves, cinco frutos, etc.
Pero posteriormente se necesitó cuantificar atributos tales como el peso o la longitud.
SURGIÓ LA MEDIDA
Tendemos a creer que las medidas de un objeto son propias del mismo, que son parte de su naturaleza. Pero es todo lo contrario.
Las cosas por sí mismas no tienen medida, tienen atributos tales como volumen, peso, longitud, etc., pero no medida.
La o las medidas es algo que le adjudica el ser humano para su propio manejo, para evaluar la posibilidad de satisfacer determinadas necesidades, para organizar la producción, la distribución o el intercambio.
En algún momento fue necesario medir un árbol para saber si de su tronco podía obtenerse la viga necesaria para construir determinada vivienda.
En definitiva, la medida es la cuantificación de un atributo efectuada por el hombre para poder ejercer acciones que satisfagan sus necesidades.
Dado que la medida no existe sin la intermediación del ser humano que la produce, y que para obtenerla se vale de algún instrumento, y que, como sabemos, ni uno ni otro son perfectos, el resultado será inevitablemente imperfecto o, si se quiere, inexacto.

Suele utilizarse la expresión “medida exacta” para referirse a un valor inmejorable, supuestamente libre de todo error.
La medida exacta no existe y eso es así por dos razones; la una, ya mencionada, el carácter imperfecto de medidor e instrumento, y la otra porque las cosas, los objetos, varían sus medidas en atención al medio en el que están inmersos y  a la inevitable variabilidad del mismo.
La medida “exacta” o “verdadera” es una idealización, tan perfecta como inalcanzable.
La misma cinta metálica tiene diferentes longitudes según la temperatura.
El mismo objeto varía su peso según se encuentre ubicado en el Polo o en el Ecuador terrestre, según esté ubicado a mayor o menor altura y no hablemos si lo trasladamos a la Luna.
La medida ni es una constante ni es algo propio del objeto.
En definitiva, midiendo podemos obtener un valor que nos indica aproximadamente la cuantificación de un atributo específico de la cosa u objeto medido.
Esa palabra, “aproximadamente”, suena a imperfección, pareciera que va en detrimento de la calidad de la medida, pero no es así.

Analicemos entonces qué queremos decir cuando decimos “calidad”.
Dijimos que se mide para satisfacer necesidades, por ejemplo, conocer la superficie de un campo para estimar la producción posible. Obviamente, si de eso se trata, no tiene importancia 1, 2 o 5 centímetros de error en la longitud de sus lados.
Por eso la bondad de una medida no depende del error posible, de lo que depende es de si ese error afecta el fin con el que se mide.
Si queremos volver al ejemplo del albañil y la modista, sabemos que 5 cm de diferencia en la profundidad con que se excava para construir el cimiento de una vivienda no es lo mismo que 5 cm de diferencia en el largo de un vestido.
Lo importante es, en cada caso, y con arreglo a un fin determinado, tener la aproximación adecuada para el manejo necesario, es decir satisfacer la exigencia del caso del cual se trata. En tal caso decimos que el margen de error es “tolerable”.
Cuando hablamos de calidad nos referimos al margen de error o mejor dicho incertidumbre propia de una medida determinada, margen de error que depende de diversos factores.
Nótese que cuando hablamos de errores no tenemos en cuenta las equivocaciones del operador o el mal estado de los instrumentos que llevan a distorsiones groseras.
CONCLUSIONES
POR LO TANTO, LA MEDIDA, NO ES OTRA COSA QUE UNA OPINIÓN, dada en ciertas condiciones y con cierto margen de error.
Es tan importante saber la cuantificación de una medida, por ejemplo una longitud, como saber la calidad que la acompaña, es decir su margen de error o incertidumbre, lo que comúnmente llamamos precisión.
Para expresar adecuadamente una medida es necesario utilizar dos valores numéricos, (pongamos por caso la longitud de una viga): 25,75 m ± 0,05 m                                                       
La primera es una expresión cuantitativa y la segunda cualitativa.
Esta segunda no es un valor conocido, sino una estimación, que se obtiene por métodos de medición y cálculo que no son objeto de esta presentación.
Tan sólo a título ilustrativo podríamos decir que (para este ejemplo) significa la suposición de que en dos tercios de los casos la medida obtenida no difiere más de 0,05 m (en más o en menos) del valor “más probable”, que se supone es el que se obtendría si promediamos infinito número de mediciones de la misma viga, con los mismos instrumentos y en las mismas condiciones.
Es necesario señalar que en esta presentación no incursionamos en el manejo matemático de las mediciones, lo que significa dejar de lado, entre otros, el tema de la propagación de los errores cuando se calculan unas medidas a partir de otras.
La calidad depende del método y del instrumental. Para discernir si es aceptable hay que compararla con otro valor, la tolerancia, el que depende de los fines de la medición.

LA AGRIMENSURA CONFIRMA PLENAMENTE QUE LA MEDIDA ES UNA OPINIÓN

Como todos sabemos si encargamos a dos profesionales el relevamiento del mismo campo obtendremos información territorial relevante en ambos casos, pero no idéntica. Las medidas inevitablemente difieren.
En cada caso expresan la opinión del Ingeniero Agrimensor, producto de las medidas que ha efectuado y del tratamiento posterior de las mismas.
Si esa diferencia está dentro de lo tolerable ambos productos tienen la misma validez; caso contrario uno, o ambos, son incorrectos. Recordemos que lo tolerable depende de las primeras preguntas de página 2 “¿Para qué se mide? ¿Qué es necesario medir?”
No es difícil discernir que si se trata de programar la sistematización del campo para cultivos en terrazas la tolerancia es diferente que si se trata de una mensura. Y si se trata de una mensura la tolerancia no es la misma en la zona núcleo sojera que en el medio de la Patagonia.
Si se quiere hacer más categórica la afirmación de que la medida es una opinión volvamos al ejemplo del campo, pero pensando en la valuación del mismo. Ambos profesionales, después del estudio correspondiente, emitirán su opinión sobre cuál es su valor, o lo que sería una expresión más certera, sobre la medida que le atribuyen a su valor.
¿Caben dudas de que la medida es una opinión?
Y si quisiéramos abundar podemos agregar que, en la Argentina actual esa medida debe ir acompañada de una fecha. El campo conserva su valor, pero la medida del mismo está expuesta a cambios vertiginosos, en medio de los cuales es harto difícil establecer una medida, es decir, una opinión.

¿CUÁL ES LA IMPORTANCIA DE LA MEDIDA, O LAS MEDIDAS, EN LA AGRIMENSURA?
“El objeto de la profesión de Ingeniero/a Agrimensor/a es la ejecución de actividades referidas a la ubicación, identificación, delimitación, mensura, aplicación territorial del derecho, medición, representación y valuación del espacio, de la propiedad inmueble y de objetos territoriales; la determinación de la forma de la Tierra; la ubicación, replanteo y control geométrico de obras; la certificación y registración del estado parcelario y la organización del catastro; los sistemas de información territoriales; la confección de cartografía; la ordenación, planificación y administración del territorio para contribuir con el desarrollo social, económico y productivo de la sociedad y con la sustentabilidad del medio ambiente”
Texto copiado del plan de estudios de la carrera de Agrimensura de la Universidad Nacional de Rosario
Los profesionales de la Agrimensura producimos, administramos y publicamos información espacial aplicada a distintos fines, sean estos legales, cartográficos, económicos, constructivos, etc.
La geografía, por ejemplo, utiliza y produce información que es esencialmente cualitativa, para lo cual necesita proveerse de información cuantitativa.
En la Agrimensura, la información espacial es esencialmente cuantitativa. Se trata de identificar los objetos espaciales, casi siempre territoriales, indicando su forma, dimensión y ubicación. La Agrimensura es la única profesión preparada para tal fin
La mensura, por caso, identifica el objeto territorial sujeto a derecho precisamente definiendo su forma, dimensión y ubicación y relaciona tales atributos con antecedentes legales y con objetos territoriales circundantes.
La forma, dimensión y ubicación no tienen otra forma de expresarse que con las medidas que el profesional de la Agrimensura les atribuye.

¿EXISTEN DIFERENCIAS ENTRE LOS CONOCIMIENTOS DEL INGENIERO AGRIMENSOR Y LOS DE OTRAS PROFESIONES CON RESPECTO A LA CAPACIDAD PARA MEDIR?

La Agrimensura es la profesión universitaria de mayor y mejor preparación para la obtención y estudio de las medidas de objetos espaciales, incluyendo en su currícula materias específicamente destinadas a tal fin, como por ejemplo la estadística y el cálculo de compensaciones, materia esta última catalogada como integrante de las tecnologías básicas, siendo la única carrera que la incluye en su formación.
Temas como la propagación de errores, el cálculo de ajustes y, en definitiva, el tratamiento matemático de las mediciones, son específicos de la carrera de Agrimensura.
Desde luego que otras profesiones también “miden” y se preparan para ello, pero es formación complementaria y limitada.
Tomemos un ejemplo simple: la Ley Nacional de Catastro establece, en su artículo 5º, como elemento esencial de la parcela, la ubicación georreferenciada.
Cualquiera puede usar un celular y obtener coordenadas, pero Georreferenciar es otra cosa, requiere conocimientos de Geodesia; entiéndase bien, conocimientos, no simplemente información.
Precisamente, el tema georreferenciación, de uso e importancia creciente en los últimos años y en todos los ámbitos, requiere la participación de profesionales adecuadamente preparados.
Solo en la formación del Ingeniero Agrimensor se produce esa preparación para medir la posición sobre el espacio terrestre y efectuar el manejo posterior de las coordenadas.

¿CUÁLES SON LAS CONTROVERSIAS SOBRE LA O LAS MEDIDAS?

Si dejamos de lado la peregrina idea de que “medir cualquiera mide”, nos hacemos cargo, con orgullo, de que, entre las principales capacidades del Ingeniero Agrimensor, está la de medir forma, dimensión y ubicación de los objetos especiales.
Dicho esto, cabe analizar una especie de mito moderno, difundido principalmente por los vendedores de tecnología para la medición espacial.
Se trata de la idea de que, con la tecnología moderna, la medición se ha hecho tan fácil que prácticamente no requiere de la labor profesional.
Es la versión, en el terreno de la Agrimensura, de que la robotización reemplaza al ser humano, de que la inteligencia se ha vuelto un simple producto tecnológico, y que, al menos en el campo de las medidas (también en las medidas de un campo), es prescindible la labor profesional.
Es cierto que la tecnología alivia enormemente la práctica de la medición y reduce de manera espectacular el tiempo y el esfuerzo físico, pero nos obliga a recuperar la famosa frase de “El Principito”, de Antoine de Saint-Exupéry:

LO ESENCIAL ES INVISIBLE A LOS OJOS

Lo esencial es el conocimiento y el ejercicio de la ciencia, la técnica y el arte de medir, y eso no se compra.
Quienes suponen que en el futuro el Ingeniero Agrimensor prescindirá de esos atributos se equivocan
Es cierto que, en el sentido antes mencionado, se simplifica la operación de medir, y que se libera, en parte, de pesadas tareas.

Basta el simple ejemplo de la medición del campo antes mencionada; no es lo mismo hacerlo con teodolito y cinta que con dron; pero, para hacerlo con el dron, no es suficiente con archivar la cinta y el teodolito y pagar la cuota de la adquisición o el alquiler del aparato.
Es menester manejar la tecnología necesaria antes, durante y después de la medición en campo y, sobre todo, es necesario poner en juego los criterios adecuados para que esa medición, particularmente en cuanto a precisión, se ajuste a los fines requeridos, de modo tal que el producto, la información, no peque de calidad inadecuada, ya sea por defecto, o también por exceso que agrave costos.
Quizá, según el caso, se llegue a considerar que el dron no es la tecnología más adecuada y se apele a otra u otras de las tantas disponibles.

¿PUEDE EL INGENIERO AGRIMENSOR DELEGAR EN OTRAS PROFESIONES, O EN COLABORADORES TÉCNICOS, LA TAREA DE MEDIR?

Es obvio que por todo lo antedicho la respuesta es negativa, pero, a los efectos de refirmarla, cabe la apelación al razonamiento por el absurdo.
Todos conocemos las indebidas pretensiones de algunos profesionales ajenos a la Agrimensura en cuanto a la realización de mensuras.
Si aceptáramos la idea errónea, a mi juicio, de que las diferencias de conocimiento con otras profesiones radican solamente en la formación atinente a temas legales, se podría llegar al absurdo de proponer (no conozco que nadie lo haya hecho aún), que la mensura podría ser una operación profesional, donde todo lo atinente a las mediciones fuera compartible, reservando sólo para la Agrimensura el estudio de los límites.
Tener claridad sobre la importancia de la medición en Agrimensura facilita desechar absurdas propuestas. También combatir actitudes irresponsables en el ejercicio de la profesión.

Y en tren de hablar de límites, lo primero es reconocer los propios; no pretendo que lo dicho aquí sea la verdad

COMO EN LA MEDIDA, SÓLO SE TRATA DE OPINIONES


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