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martes, 20 de junio de 2017

ENTRE LOS CENTENARES DE KILOMETROS Y LAS DECIMAS DE MILIMETRO

I CONFERENCIA INTERNACIONAL
elagrimensor.net

20, 21 y 22 de setiembre de 2006 - Córdoba – Argentina -

Autor: Ing. Geógrafo y Agrimensor ALDO O. MANGIATERRA
           aldom@fceia.unr.edu.ar
  
Quizá con un título tan abarcativo convenga comenzar por explicar algunas de las ideas que están detrás del mismo.

Y quizá también sea un buen método el intentar autocontestar preguntas que algunos nos hacemos, sin ignorar por supuesto las respuestas que muchos otros han aportado y aportan.

¿Cuál es la función que la Agrimensura, como profesión, cumple en la sociedad? ¿Cuál es el servicio que brinda a la misma?

Entiendo que la Agrimensura obtiene, administra y produce información territorial.

En esto habría que aclarar dos cosas:

La una es que esa información es aplicada a muy diversos fines, entre los cuales podemos destacar aquellos de tipo legal, catastral, constructivo, planeamiento, cartográfico, etc.

La otra es que cuando hablamos de información territorial nos estamos refiriendo a todo, tanto a los elementos naturales como culturales, es decir tanto a lo que ha forjado la naturaleza como a lo que ha insertado el hombre sobre ella. Y entonces debemos mencionar aquello que no está simplemente a la vista, como son las aguas subterráneas, las obras también subterráneas, el lecho fluvial o marino, o la minería, o los límites (de parcela, jurisdicción u otros).


Sin embargo, en lo que a información territorial se refiere son muchas las profesiones que de un modo u otro intervienen. Diversas ciencias y profesiones, como Geografía, Geología, Agronomía, etc., estudian y califican porciones mas o menos extensas del territorio y producen por tanto información territorial. Pero esa información es siempre limitada, puesto que no puede cuantificar de manera precisa ciertos atributos necesarios, en particular la forma, dimensión y ubicación del espacio teritorial en cuestión.

La Agrimensura está en condiciones no sólo de efectuar ciertas calificaciones, sino que puede, y de hecho lo hace, cuantificar con la necesaria precisión tanto las dimensiones como la forma y ubicación de los elementos constitutivos de la información territorial.

Y esto no es pequeña cuestión. Ciertos aspectos del conocimiento requieren expresarse en números y cuando de información territorial se trata se impone cada vez mas la labor de la agrimensura como generadora de tal conocimiento.

¿Cuáles son los límites de una cuenca hidrográfica y cuales sus pendientes?
¿Cómo se materializan los límites de una provincia o los de una parcela de propiedad privada o pública?
¿Cómo se puede saber la ubicación de una carretera existente y de cada uno de sus elementos?
¿O bien como replantear en el terreno los elementos que permiten la construcción de una carretera?
¿Cómo lograr la expresión cartográfica de una zona o región; o cómo traducir en un modelo matemático la forma y dimensiones de una porción de terreno?
¿Quién puede partir del espacio continuo, compuesto por infinitos puntos, para sin embargo lograr un modelo matemático o una expresión cartográfica digitalizada, que representen, con la precisión necesaria, lo que en la realidad existe?

Y, a la inversa ¿quién puede partir de documentos, sean digitales, gráficos o numéricos, para trazar en el espacio las formas y las estructuras pergeñadas por la mente de quien proyectó una urbanización, una obra de ingeniería o cualquier otra expresión material?

Se suele recurrir a un antiguo ejemplo; en el viejo Egipto, 5000 años ha, se recurría a los agrimensores, a sus conocimientos, a su instrumental, para restituir los límites de las parcelas después de las inundaciones cíclicas del río Nilo. Era una necesidad surgida de la agricultura, actividad productiva por excelencia.

Hoy la agricultura de precisión requiere identificar palmo a palmo la correlación entre rendimiento productivo, tipo de suelo, densidad de siembra, fertilizantes y plaguicidas, y hacerlo, como su nombre lo dice, con “precisión”.

¿Quién iba a pensar que latitud y longitud, lenguaje propio, si los hay, de la navegación, o si se quiere de la geodesia, iban a ser la clave de la correlación de variables propias de la agricultura?

¿Qué es lo que cambió para que haya tal cambio?

Durante la segunda mitad del siglo XX ocurrieron cambios tecnológicos fundamentales. En particular en los campos de la electrónica y de la informática se ha producido un salto de tipo cualitativo, influyendo sobre el resto de la tecnología de manera tal que configura una verdadera Revolución Tecnológica.

Este cambio, por su magnitud y amplitud, afecta al conjunto de la actividad humana. El ser humano es esencialmente el mismo, sus deseos y conflictos perduran, pero lo que cambia, y notoriamente, es la forma de desempeñar sus actividades, es el cómo de la actividad humana.

Si queremos apelar a ejemplos podríamos citar tan sólo el de las comunicaciones, que han modificado y modifican permanentemente, a gran velocidad, no sólo acciones tan significativas (como disímiles y contradictorias), como son la producción y la guerra. Ha modificado, y lo viene haciendo permanentemente, el diario vivir individual y social.

La Agrimensura, lejos de estar ajena a tal impacto, se ve notoriamente beneficiada por el mismo, potenciada en su capacidad de aporte y a la vez transformada.

La primera conclusión que surge, inmediata e indiscutible, es que a los fines propuestos de obtener, administrar y producir información territorial, las nuevas tecnologías han generado poderosísimas herramientas que modifican esencialmente el accionar profesional, aportando rapidez, seguridad y economía de esfuerzos.
Muchas de las técnicas, otrora de larga tradición, han sido veloz y exitosamente superadas, estableciendo otras nuevas y poderosísimas para la medición, procesamiento y representación.

Lo que cambia no es sólo lo que se hace sino sobre todo cómo se hace y en ello va de suyo que hay cosas que otrora eran un sueño, que hoy pasan a ser posibles y de posibles se convierten rápidamente en necesarias.

El ejemplo mas claro es lo que llamamos georreferenciación.

Los jóvenes satélites del GNSS (Sistema Global de Navegación Satelital), han pasado a reemplazar, y con ventaja, el servicio milenario de las estrellas, tan antiguas como el mundo. La georreferenciación ha pasado a ser un sueño hecho realidad; ha logrado superar –cosa poco creíble- la fértil imaginación de un Julio Verne.

Y acá volvemos al título y también a las preguntas: ya que hablamos de cuantificar ¿cuál es, cuantitativamente hablando, el ámbito en que se desempeña la Agrimensura? ¿qué magnitudes abarca? ¿entre qué límites dimensionales se desenvuelve?

Sin temor a equivocarnos podamos afirmar que ese ámbito está comprendido entre las decenas y aún las centenas de kilómetros y las décimas y aún las centésimas de milímetros.

¿Es posible probar esto? ¿Se puede sustentar en experiencias comprobadas?

Veamos algunos ejemplos, los que tomo porque me resultan geográficamente mas familiares.

Uno es la conexión física Rosario-Victoria; obra vial ubicada aproximadamente a los 33º de latitud Sur, atravesando el río Paraná cuyo cauce tiene (en esa zona) un ancho de 59 kilómetros; compuesta por 13 puentes que en conjunto abarcan 12 km y por 47 km de terraplenes que insumieron un volumen de 28 millones de metros cúbicos.

En primer lugar debemos considerar los relevamientos previos, que proporcionaron toda la información necesaria para elaborar el proyecto, incluyendo no sólo la topografía “visible” de la región, sino también la “invisible”, es decir el lecho del río y de los innumerables riachos y lagunas, oculto bajo las aguas como dijera el poeta “color de león” que caracterizan al río Paraná.

La labor geodésico-topográfica fue determinante para la ejecución material de la obra, desde el principio al fin:
- empezando con la determinación de las coordenadas de puntos ubicados en ambas cabeceras, Rosario y Victoria, mediante la vinculación al sistema de referencia nacional Posgar 94

y después:
- la elaboración de un modelo geoidal, a lo largo de la traza, que permitió nivelar con GPS
- pasando por el replanteo, control y certificación de los terraplenes
- la ubicación de mas de 500 pilotes, con tolerancias de pocos centímetros
- el emplazamiento de los anclajes de los obenques que sostienen el puente principal y en particular el control dimensional de la fabricación de tales anclajes, que hubo que realizar en fábrica con precisión del orden de la fracción de milímetro
- las pruebas de los puentes sometiéndolos a carga, midiendo también fracciones de milímetro, mediante nivelación de alta precisión
- hasta, por fin culminada la obra, emitir el certificado que exige el control de la navegación aérea, indicando las coordenadas de las balizas ubicadas en los extremos superiores de las pilas soporte del puente principal              

El otro ejemplo, que en realidad no constituye una experiencia, sino una previsión, se refiere al anunciado “tren bala” entre Rosario y Buenos Aires, con una velocidad supuesta superior a los 200 km por hora, tal que permita cubrir la distancia de 300 kilómetros en 90 minutos.

¿Cuáles son en tal caso las dimensiones en juego y las exigencias de precisión?
Cabe suponer que tenemos que estar hablando de 300 km de nivelación de alta precisión en la cual entra a jugar la media décima de milímetro en las lecturas y además observaciones gravimétricas para obtener adecuadas correcciones.
Obviamente no conocemos aún cuales serán las exigencias del pliego. Prácticamente
no existen hoy en nuestro país normas valederas sobre obras ferroviarias. Quedan sí las antiguas que nada tienen que ver con ferrocarriles modernos.

Y aquí cabe una confesión.
Como me comentara un colega amigo, en el título de la conferencia apelo a una licencia literaria:

Entre los centenares de kilómetros y las décimas de milímetros”

En un extremo coloco dimensiones a medir en algunos trabajos (centenares de kilómetros) y en el otro, en vez de una dimensión, indico la tolerancia a respetar (décimas de milímetros) propia de ciertos trabajos.

En efecto, no nos proponemos someter a nuestro trabajo elementos tan pequeños, como por ejemplo los de relojería.
¿Cuál es entonces, y ahora sí sin licencia alguna, el espacio mínimo a partir del cual se desenvuelve nuestra labor?

Es una pregunta que me he hecho reiteradas veces.
Para precisiones tan delicadas como la que hemos mencionado suele apelarse a la metrología mecánica, pero sus herramientas se agotan cuando las determinaciones no pueden ser hechas en laboratorio, deben ser “in situ”, y además abarcar espacios significativos; digamos, para dar una idea, mas extensos del que ocupa el cuerpo humano.

Podríamos decir entonces que el ámbito espacial de nuestro desempeño está comprendido entre los centenares de kilómetros y la extensión que abarca el cuerpo humano.

Ahora bien ¿de dónde salen requerimientos tan diversos?

Además de las tradicionales demandas vinculadas a los límites fundiarios, la agrimensura ha ido desarrollando una relación cada vez mas intensa con otras actividades.

En particular me interesa destacar la relación con las actividades productivas como son el agro, la construcción y la industria.

La historia misma de la agrimensura argentina nos va mostrando ese proceso, particularmente a partir de la segunda mitad del siglo XIX.

Si se nos permite dejemos atrás la historia previa a esa fecha, sin ignorar por eso los numerosos e interesantísimos antecedentes propios de tal época.

La agrimensura jugó un papel esencial en el proceso de expansión de la frontera agropecuaria argentina que va desde 1860 a 1930.

Esa expansión de la frontera agropecuaria tuvo dos caras.

Una de ellas ¿porqué negarlo?, fué, en muchos casos, en detrimento de la propiedad aborigen, generando deudas aún hoy sin saldar y también poniendo en peligro, a más de la propiedad de antiguos pobladores, el ecosistema que debemos preservar.

Pero donde el Agrimensor pudo desplegar con mayor beneficio para la sociedad todo su bagaje profesional fue en la transformación de extensos latifundios, hasta entonces reservados solamente a la cría extensiva ganaderil, para convertirlos en colonias fecundadas por el trabajo humano.

En la argentina agroexportadora, abierta a la inmigración, en el período en que se fundaron numerosísimas localidades de la llanura pampeana y chaqueña, algunas de las cuales son hoy importantes ciudades, la labor del Agrimensor era sinónimo de progreso, de avance, de transformación de la tierra improductiva en tierras de laboreo agrícola.

El Agrimensor diseñaba y replanteaba los pueblos y su colonia, lo que constituía un proyecto de explotación agropecuaria y de vida urbana para ese fin.

Para ello había que considerar cuestiones diversas: escurrimiento de las aguas superficiales, relación con las vías de comunicación, extensión de las chacras acorde a un sistema de producción familiar (teniendo en cuenta las características del suelo y la tecnología de la época), superficie adecuada para quintas suburbanas, terrenos urbanos para vivienda, comercio y servicios, su cantidad y dimensiones, con previsión de futuro y acorde a las pautas culturales, políticas, educativas, etc. de la época.

Es decir había que manejar variables económicas, productivas, culturales y urbanísticas.

También es propia de ese período, aunque no muy difundida, (tan sólo la he visto rescatada en un museo ferroviario de la ciudad de Santa Fe), la intervención de los agrimensores de la época en la construcción del enorme abanico ferroviario que se trazó para enviar a los puertos la producción ganadera y cerealera.

Ese agrimensor, el de la expansión de la frontera agropecuaria fecundando la tierra con el trabajo del chacarero quedó inmortalizado por uno de nuestros mas insignes poetas, José Pedroni, en aquella poesía inspirada en la figura del agrimensor Reant

“…habiéndose elegido el Agrimensor Augusto Reant para este trabajo. Y el Agrimensor en fecha 26 de noviembre de 1855 dice: haber terminado la división y amojonamiento de tierras para las colonias en terrenos denominados de Iriondo, sobre el río Salado…”
                                      Cervera “Colonización Argentina”
                                      Esperanza, 1906

Ahí va Reant con su grafómetro
ahí va Reant mitológico,
abriendo puertas para todos

La barba le ha crecido
en duros canutillos,
y es de segado trigo.
Los ojos cálidos, de lino.

Lleva la brújula encantada,
la tensa crin de la escuadra,
la frágil gota del nivel de agua
y una cadena larga.

La perdiz es su cinta imaginaria.
De vez en cuando se detiene
Y clava un nombre, fuertemente;
lo clava hondo, para siempre.

Esta es tu tierra, Ana.
Esta es tu tierra, ámala.

No hay nadie en la llanura.
Sobre ella el sol, la luna.
Pero Reant puebla el silencio de figuras.

Esta es tu tierra, Carlos.
Tómala. Tu tierra y tu árbol.

Y clava para siempre
el mojón en la tierra caliente;
lo clava hondo, hasta la muerte.

Ahí va Reant con su grafómetro.
Ahí va Reant como un Dios solo;
tirando vuelos para todos

Además de la hermosura de la poesía, que me conmueve cada vez que la leo, es increíble con qué facilidad Pedroni describe la tecnología de esa época: “…con su grafómetro……la brújula encantada……..la tensa crin de la escuadra…….una cadena larga….”

y no sólo la tecnología, también su resultado: “….puebla el silencio de figuras……y clava para siempre el mojón en la tierra caliente……”

Pero volvamos a nuestra historia
Con la crisis capitalista mundial del año 1930 se interrumpe la Argentina agroexportadora, se detiene la expansión de la frontera agropecuaria y decae también la agrimensura. Queda un oscuro período en el cual incluso en el plano académico se desdibuja la Agrimensura convirtiéndose en algo así como una carrera de nivel intermedio, de corta duración.

Sin embargo, cercana la década del 1950 aparecen otras necesidades: planes masivos de vivienda, se plantea en el plano político la “función social de la propiedad”, hay expansión de las vías de comunicación, obras vinculadas al tema energía (hidroeléctricas, petróleo), surge el régimen de propiedad horizontal.

Se necesita cartografía (surge la ley de la carta), replanteo de grandes obras, urbanizaciones y catastro actualizado.

Todo ello configura un requerimiento creciente: contar con información especializada sobre el territorio y una mejor administración de la misma.

No es casualidad que en la década del 1960, al par de un reverdecer de la Universidad argentina, en varias de ellas se replanteara la concepción de la carrera, recuperando su identidad como profesión independiente y específica, ya sea bajo el título de Agrimensor o mediante el de Ingeniero Agrimensor en Córdoba, o el de Ingeniero Geógrafo en Rosario.

Es que las nuevas necesidades y los nuevos conocimientos y la relación dialéctica entre los mismos fueron la plataforma sobre la cual se fue redimensionando la Agrimensura.

La historia nos muestra ejemplos de obras con importantes requerimientos desde el punto de vista geométrico. Si queremos recurrir a uno de tantos podemos invocar los famosos acueductos romanos, tal como el que subsiste en pie en Segovia, España, con pilares construídos mediante piedras talladas, pilares cuyas alturas son del orden de los 70 metros, de una envidiable esbeltez y construídos de modo tal que garantizan, allí arriba, una pendiente que permite la circulación del agua a velocidad adecuada.

Esas obras fueron construidas con métodos rudimentarios, artesanales, y sin embargo se logró su finalidad. Ello era admisible hasta hace algunas décadas, a costa por supuesto de prueba y error, y con la consabida demora y costo que ello implica, incluyendo el costo en vidas humanas.

Ya eso no es posible. Las técnicas constructivas actuales exigen precisión, rapidez y seguridad. Los elementos prefabricados deben armarse con precisión de rompecabezas.

Así lo exige la industria, tanto en el montaje de las nuevas, como en el mantenimiento, reparación o ampliación de las existentes.

Lo mismo sucede con el control de calidad dimensional en la fabricación de grandes componentes, como compuertas hidráulicas o álabes de turbinas, o en la fabricación y armado de naves marítimas y aéreas.

Y en la larga lista podemos agregar la calibración de grandes elementos como los grandes tanques de almacenamiento, diversos tipos de recipientes y también los contenedores.

Mencionábamos en otro momento el caso de Egipto y la agricultura. En nuestro país la agrimensura ha recorrido un largo camino al servicio de la producción agropecuaria y puede, y promete, hacerlo mas aún con el advenimiento de la agricultura de precisión. Según información de empresas consultoras es increíble la cantidad de información georreferenciada recogida, particularmente con cosechadoras, que permanece almacenada sin que nadie la procese por falta de profesionales con manejo adecuado.

La Agrimensura ha dado pruebas harto suficientes de su importante papel no sólo en la construcción de obras, sino en general de su aporte en las actividades productivas.

Todo ello nos lleva a un incesante ir y venir entre los centenares de kilómetros y las décimas de milímetros

EL DESAFIO

Hay una creciente demanda de información territorial.

La Agrimensura está sometida a un desafío

Si lo acepta y juega un papel activo en la optimización del uso del suelo rural y urbano, en la producción de cartografía y sistemas de información geográfica, en la construcción de obras, en el desarrollo de un catastro moderno y multifinalitario la Agrimensura
puede desarrollarse y crecer en nuestro país
puede brindar un gran aporte en el mejoramiento de la calidad de vida de la población
puede ofrecer una oportunidad a jóvenes estudiosos que tengan habilidad tanto para gobernar una computadora como para moverse con soltura en el terreno

jóvenes que estén dispuestos a recorrer la variada geografía de nuestro país

que sean capaces, en suma, como diría el poeta “…….de poblar el silencio de figuras……”




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