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domingo, 28 de noviembre de 2021

¿ES POSIBLE LA DESAPARICIÓN DEL TRABAJO?

Reflexiones acerca de la nota con autoría de Horacio Castellini publicada en la sección “Docentes” del correo electrónico de la FCEIA (Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura) de Rosario, en la cual se parte de una hipótesis absurda, la posibilidad de la desaparición del trabajo humano

 La nota dice lo siguiente:

“El siglo crece en edad, y con él sus tendencias de desarrollo. El capital, que una vez fue capaz de alterar la producción automatizando tareas manuales, sigue incursionando en la automatización de tareas tradicionalmente consideradas intelectuales.  Con el tiempo, en el marco del capitalismo, lleva a que pronto el capital sea capaz de automatizar casi cualquier tarea que haga cualquier trabajador. Con el trabajo automatizado, se disparan las ganancias. (el subrayado es mío)  

Menos necesidad de descanso, menos huelgas y menos pago de salarios. Se dispone así de más capital para reinvertir, se puede automatizar todavía más tareas. Todo anda bien, el ciclo se retroalimenta. En algún eventual futuro al mejor estilo de la serie animada "The Jetsons", los seres humanos pasan a tener un peso casi nulo en la producción. Casi nadie trabaja. Quedan, sin embargo, dueños, y quedan excluidos del sistema.


La dialéctica materialista de la que hablaba Marx, en que capitalistas y
trabajadores compiten constantemente por las ganancias, y en que los
dueños de las empresas se quedan con el plusvalor producido por el
trabajo asalariado, desaparece. El concepto de salario se vuelve
obsoleto, y se borra del mundo la explotación capitalista. La lucha de
clases, propiamente dicha, esa pugna por los beneficios del trabajo
humano, muere también. Nace un mundo nuevo. Prácticamente feudal,
despótico y oligárquico, pero nuevo en fin como en la distopía "Elysium".

Sobre los pocos hombres que entran a la fábrica, llueven los insultos.
Los obreros, afuera, declarados en huelga, saben que su método de lucha
pierde efecto si la fábrica funciona. Para mejorar las condiciones
salariales y laborales, se había decidido en la asamblea el cese
indefinido de sus actividades hasta obtener respuestas. La patronal
perdería el ingreso que significa la producción fabril, y los
trabajadores, poniendo en evidencia la importancia crucial de su
actividad, podrían ejercer presión y fortalecer sus reivindicaciones.

Es condición fundamental para el funcionamiento de la huelga, método
nacido en los albores de la segunda revolución industrial, que sin sus
obreros activos, nadie opere la maquinaria. Si los obreros son
reemplazables, si son innecesarios, la huelga no sirve. Por esta razón,
los rompehuelgas, o carneros, que por ahora son humanos de carne y
hueso, son vituperados por los huelguistas. Pero en un futuro cercano no
serán más de carne y hueso, serán droides con IA, que no descansarán ni
exigirán un aumento de salario.

En algún día de semana, en algún mes del siglo XXI, esta situación se da
por última vez. Acontece la última huelga. El proletariado, que en algún
momento de la historia poseía nada más que su fuerza de trabajo, pierde
hasta eso ante el refinamiento de las máquinas. Hay un hombre,
probablemente ya nacido, que será el último carnero en cruzar las
puertas de una fábrica mientras ve como droides reemplazan a sus
compañeros huelguistas.
Basado en textos de Juan Fernández Zaragoza”

Mis reflexiones:

El artículo está basado en una hipótesis falsa, esto es la posibilidad de la aproximación a la desaparición del trabajo humano, pretendiendo pasar por alto que los humanos somos producto de una relación dialéctica con el medio material que nos rodea, consumada precisamente mediante el trabajo

 Esa posibilidad, la cuasi desaparición del trabajo humano, es el sueño irrealizable de la mentalidad capitalista, la que, teniendo la necesidad de comprar fuerza de trabajo, la considera una mercancía más, un costo, ignorando que la única fuente de creación de valor, es decir de riqueza, es precisamente el trabajo humano, concepto ya enunciado por los teóricos más clásicos del liberalismo (Adam Smith y David Ricardo) y que fuera ampliamente desarrollado por Marx

Sin trabajo humano no hay ganancia posible porque no se crea riqueza

Como dato interesante podemos señalar que así lo reconocía la Constitución Argentina de 1949, que en su art. 37, apartado I, inc. 2, decíaSiendo la riqueza, la renta y el interés del capital frutos exclusivos del trabajo humano”

 En cambio, para el capitalista (y para el “sentido común” que divulga), la ganancia “brota del capital”, es su producto natural, como lo son los frutos de una planta silvestre que solo requiere sol y lluvia; incluso cree que puede potenciar esa ganancia agregando su propia inteligencia, su habilidad

Considera el trabajo un costo más, al igual que la materia prima que compra y así lo denomina, “costo laboral”

 El avance de la automatización alimenta el sueño de multiplicar la ganancia y en el límite, con la robotización total, le añadiría la desaparición de los conflictos laborales

Pero por ahora no pueden prescindir del trabajo humano y entonces, para aumentar la ganancia, recurren a más trabajo (horas extras, nuevas inversiones, nuevas empresas, etc.) o a reducir el salario (por ejemplo, con la inflación)

Simultáneamente su deseo le hace ignorar dos cuestiones

Una es la tendencia a la disminución de la tasa de ganancia como consecuencia de los avances técnicos, porque el valor del producido disminuye (requiere menos trabajo), y a la vez requiere aumentar la inversión en máquinas, software, robots, etc. La proporción entre ganancias y capital invertido es cada vez menos favorable (de paso se acrecienta la concentración del capital). La tasa de ganancia es inversamente proporcional a la automatización del trabajo

La otra cuestión que pasan por alto es la necesidad de consumo (y consumidores) para que la ganancia se realice

Todos los capitalistas desean que los trabajadores tengan mejores salarios y así aumente el consumo; eso sí, todos los trabajadores, menos los suyos, y así terminan coincidiendo colectivamente, como clase, en que todos quieren la reducción “del costo laboral”, y por tanto su natural consecuencia, la reducción del consumo y el aumento de la pobreza

Contrariamente al “sentido común” que divulgan esta no es una sociedad de consumo, es de acumulación de riqueza concentrada a expensas del consumo popular

 El sueño de la ganancia sin límite con robots “inteligentes” se desmorona

Es cierto que suponer la posibilidad del trabajo humano cero se presta para abrir una imaginativa de variantes sin límite en el campo de la futurología literaria, pero en ese campo no pretendo incursionar

 Dejo de lado la hipótesis de que sea posible una inteligencia artificial capaz de suplantar al cerebro humano y las posibles consecuencias de ello

Tendría que remontarme al recuerdo de HAL 9000, la computadora rebelde de “2001 odisea en el espacio”, la famosa novela de Arthur Clarke de 1968

 

 

 

 

 

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