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sábado, 29 de septiembre de 2018

SABER Y REVOLUCIÓN - Discusión con Zaffaroni


Sabemos que en el mundo hay concepciones distintas de la universidad. Para la Organización Mundial de Comercio la universidad es un rubro más, precisamente, del comercio; pero históricamente, para las clases dominantes, ha sido y es una institución formadora de las élites. En su modernización, a mediados del siglo XX, la universidad amplió su función, incorporando la producción relativamente masiva de trabajadores de alta calificación.
La universidad estatal argentina es un caso muy particular. Sin dejar de ser parte del aparato de dominio y reproducción del sistema, viene siendo, a la vez, un sector de ese aparato sumamente contradictorio.
            Suele vibrar, ni más ni menos, cual caja de resonancia, al compás de los avatares de la sociedad argentina.

 Seguramente la conquista y el legado principal de la Reforma Universitaria de 1918 y de las luchas posteriores es precisamente ésa:
Una universidad relativamente contradictoria en medio de la sociedad capitalista.
Contradicción generada y mantenida por la acción del movimiento estudiantil-docente.
La continuidad de esa acción social y política docente-estudiantil, ligada al pueblo, incluso logra, en ocasiones, la actuación de la propia institución en el mismo sentido
La universidad estatal argentina es parte del campo de batalla dentro del cual se expresa y desarrolla la lucha entre los intereses de distintas clases y sectores sociales

Un ejemplo muy significativo es el de la lucha de este año 2018, que partiendo de la defensa del salario docente se extendió rápidamente a la defensa de la universidad y de la educación pública, en la cual la propia universidad, sus cuerpos directivos, sus autoridades, debieron convertirse en partícipes, incluso en actos públicos fuera del ámbito universitario
Quizá lo más significativo fue que no sólo docentes y estudiantes fueron sus protagonistas. Se sumó la mayoría de la población y no sólo por solidaridad, sino porque nuestro pueblo asume crecientemente la idea de la educación como un derecho
El acceso a las aulas universitarias se va convirtiendo, de oportunidad otorgada, en derecho exigido

En medio de este clima Zaffaroni se entusiasma y publica en Página 12 un artículo titulado “El miedo a la revolución del saber”, partiendo del hecho cierto y positivo de la creación de nuevas universidades en el conurbano bonaerense durante el gobierno kirchnerista (https://www.pagina12.com.ar/144052-el-miedo-a-la-revolucion-del-saber)  
La apertura de esas universidades constituye efectivamente una ampliación de derechos para un sector de la población
Y por otra parte facilita ampliar el campo de lucha que la universidad significa

Pero en su entusiasmo Zaffaroni exagera cuando dice: “…las nuevas universidades nacionales convocaron a los jóvenes de las clases trabajadoras, no sólo en el conurbano bonaerense sino también de los rincones lejanos de nuestras provincias..”
El conjunto de los jóvenes de las clases trabajadoras no acceden a la universidad, y menos en los rincones lejanos de nuestras provincias
Ni siquiera está garantizada la enseñanza secundaria para todos
Es cierto que una parte de la población muy humilde ha accedido a la universidad. Lo que no es cierto es que con eso basta para cambiar la esencia de la institución universitaria. Eso sí, sirve para pelearla mejor
No significa, como idealiza Zaffaroni, que es en la universidad donde esos jóvenes “…van tomando consciencia de la larga discriminación clasista y hasta racista de que son víctimas los suyos y ellos mismos….”
Y menos aún significa que de producirse esa inclusión sería la verdadera revolución, la “revolución del saber”, la “revolución pacífica”
Según dice Zaffaroni:
“Hoy no se hace una revolución tomando por la fuerza, violentamente, el palacio de invierno y derrocando zares, porque, además de que la violencia provoca violencia y a la larga casi nada más, no hay más zares ni existe un poder concentrado en ningún palacio. El cambio social profundo, inclusivo, la revolución del siglo XXI se hace apoderándose del conocimiento, que la elite se empeña en monopolizar”
Llama la atención la descalificación de las revoluciones, que producen violencia y “casi nada más”.
Las revoluciones anticolonialistas de América, Asia y África, la mexicana, las de Rusia, China o Cuba, la liberal de Francia, han producido, entre otras cosas, la mayoría de los derechos en cuya defensa Zaffaroni se ha hecho famoso
En su afán de demostrar que el saber es la revolución, Zaffaroni apela a recordar que en la sociedad esclavista norteamericana “se penaba a quien enseñase a leer y escribir a un esclavo”, que, por supuesto, era negro. Ese es un ejemplo del pasado. Lo que Zaffaroni no tiene en cuenta es que estamos en plena sociedad capitalista.
Hoy, en EEUU, es exhibido como un ejemplo que un negro de abuelos humildes sea abogado y desempeñe el cargo de presidente. Y por ser culto y negro a la vez, no cambió la esencia imperialista, belicista y dominante, de esa potencia
Hoy, en las estancias chaqueñas los peones utilizan celulares para organizarse durante el arreo del ganado en el monte y los empresarios del agronegocio sojero cuentan con conductores de maquinaria que usan informática para la agricultura de precisión
Las clases dominantes no están en contra, en general, del saber y la educación
Necesitan sí que sea a la medida, en extensión y contenido, del crecimiento de su riqueza y de la perpetuación de su dominio
De lo que están en contra es que se convierta en un derecho popular y que, por tanto, deban distraer parte de la riqueza que se produce para atender ese derecho. Ese es el principal motivo por el cual la gobernadora Vidal no quiere universidad para pobres
No es tanto el miedo al saber, como tampoco le temen a la salud. Lo que no quieren es gastar en lo que para ellos son “rubros”
Por eso, como dice Zaffaroni, “….reducen los presupuestos universitarios, desfinancian el desarrollo tecnológico, desmantelan proyectos, insultan y difaman a los maestros y profesores, les retacean aumentos, precarizan escuelas, mandan matones a secuestrar maestras”
Su política es el fomento de la educación privada, incluyendo la mercantilización de la universidad estatal
Y dejar para la escuela pública y para la salud pública, para los que “caen” en ellas, lo que Martínez de Hoz denominaba la subsidiariedad del estado

No es demasiado difícil calcular y comprender que una distinta distribución de la riqueza permitiría satisfacer las necesidades fundamentales de la población, garantizar trabajo y salud para todos, a la vez que disminuir la carga individual de trabajo, y también cuidar el medio ambiente
Lo difícil es convencer a quienes detentan la riqueza y los subsiguientes resortes del poder. Hay una sola forma de convencerlos: por la fuerza

Respeto mucho el saber de Zaffaroni, pero me preocupa que en su intento de reivindicar el derecho al saber termine reivindicando un viejo mito liberal, típico de lo que suele denominarse como el progresismo burgués, el que dice que los cambios sociales necesarios se logran por vía de la educación, no por las transformaciones revolucionarias, y menos si son violentas
A menos que se piense que por esa vía, la del saber, se puede transformar el capitalismo, despojarlo de su afán y necesidad de explotación y tornarlo humanista
Recrear ese mito nos pondría a los docentes universitarios como vanguardia de “la revolución del saber”. El entusiasmo desbordante de Zaffaroni lo lleva a decir que “..estamos enseñando al piberío pobre el “knowhow” que ellos querían monopolizar…, al tiempo que van sabiendo que son víctimas del programa de endeudamiento (o de administración fraudulenta) del actual gobierno y de los que lo precedieron en las anteriores etapas de entreguismo colonialista que sufrió nuestra Nación”
Retornemos sensatamente a nuestra humilde y honrosa condición de trabajadores de la educación

La lucha por los derechos, incluido el del saber, es parte de la lucha de clases
Quienes defendemos ese derecho debemos integrarlo al conjunto de las reivindicaciones populares
Junto con Zaffaroni y con todos los que luchan por esas reivindicaciones debemos crear herramientas capaces de confrontar exitosamente con el poderío de las clases dominantes

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