Me pareció buena oportunidad para publicar la siguiente entrevista
Texto desgrabado de la entrevista audiovisual a Aldo Mangiaterra, realizada como parte de la producción del documental “LOS ROSARIAZOS”, del cual es autor Charly López
Octubre de 2018
(para acceder al audio ir a https://www.youtube.com/watch?v=1jYOehRLV6w&authuser=0)
¿Cuándo comenzó tu
militancia?
Empecé en el año 1954, tenía 15 años. Era estudiante
secundario. Ya uno o dos años antes había participado en algunos hechos
concurriendo a alguna manifestación.
Una experiencia muy particular fue concurrir a una ver
película china que se daba en una casa particular.
Me acuerdo el nombre de la película, nunca la pude ver.
“La niña de los cabellos blancos”.
No la pude ver porque mientras estaban empezando a proyectarla
llego la policía, no la de calle, de uniforme, sino lo que en aquel entonces
era la Sección Especial.
Y nos llevaron presos a todos. Ahí conocí los altos de la
jefatura de la policía de Rosario, lo que ahora es la Casa de Gobierno, la que
está enfrente de la Plaza San Martín.
Era un tétrico edificio.
Hace unos años entré y aún viéndolo después de que cambió
de destino, es difícil borrar la imagen que uno tiene incorporada del
significado que eso tenía.
Incluso por otras cuestiones; un muchachito que había sido
compañero mío en la escuela primaria, que había caído en el delito menor se suicidó
tirándose de los altos de la alcaidía. Eso es lo que públicamente dijeron.
Es difícil para el que estuvo ahí cambiar la imagen de lo
tétrico que es ese edificio.
Cambiando de imagen, hace poquito estuve en el Politécnico
(de paso, mi promoción ya cumplió 60 años de egresados, en diciembre del año
pasado); estuve este año cuando fueron las tomas en defensa de la educación
pública.
Hubo un panel que fue muy singular, porque era con
protagonistas de tomas.
Estaban ellos, los actuales estudiantes, tomando la
escuela y concurrimos algunos protagonistas de la toma de los años ‘96, otro de
la toma en el ‘73 y yo de las tomas en el año ‘56 y ‘57.
Así que fue muy singular, alrededor de un nombre común, “la
toma”, en muy distintas épocas, pero básicamente con una misma cuestión
esencial, la de la educación pública. De un modo o de otro, en juego allá y acá,
el mismo tema.
Quizá sería interesante escuchar a alguno de los
estudiantes actuales, que presenciaron ese panel, esa conversación. De paso, me
resulta agradable un nuevo nombre de esos encuentros, “conversatorio”.
Cuando uno habla del Rosariazo, o de los Rosariazos, recuerda
que durante mucho tiempo el Rosariazo era uno solo, el de Septiembre, pero después
surgió, no sé cuándo ni cómo, lo de “los Rosariazos”, lo de primer y segundo
Rosariazo.
Cuando uno se pone a pensar, me parece que, al menos en mi
caso, resulta inevitable remontarse a tres años antes, al 1966, que es cuando
el Golpe militar pone a Onganía como presidente.
Ahí se abre una etapa que tiene características
particulares y que desembocó en los acontecimientos del 69.
No es que antes del 66 no haya habido cosas muy
importantes, por supuesto que las hubo. Así fue en toda la década del 60 en la
actividad política nacional e internacional.
En alguna charla he señalado que, para mi punto de vista,
la década del 60 de América Latina empezó en el 59, el 1º de enero con la
Revolución Cubana.
Pero lo del 66, la brutalidad en todos los órdenes, en el
económico, político, represivo, fue acumulando resistencia, organización.
En el primer momento la resistencia fue bastante difícil
porque sucede, digamos, lo clásico, por lo menos de América Latina, los
gobiernos burgueses reformistas crearon, con reformas que son positivas, ilusiones
que no son capaces de sostener, porque hay un enemigo a enfrentar que solo con
reformas parlamentarias no es posible derrotarlo.
No es difícil convencer, haciendo números, que con el
nivel de productividad que existe hoy en Argentina y en el mundo no tendría que
haber hambre y miseria.
Lo difícil es convencer a aquellos que detentan los
beneficios de esta situación, es muy difícil convencerlos.
Creo que hay una sola forma de convencerlos,…………….por la
fuerza.
Entonces cuando fue la caída del gobierno de Illía, y
cuando se instauró la dictadura encabezada por Onganía, que hubo un sector
sindical, caso concreto el de Vandor al frente de la UOM (Unión Obrera Metalúrgica),
que contribuyó decididamente a establecer lo que algunos llamaron “la
expectativa esperanzada”, o algo por el estilo.
Al principio no era fácil la resistencia, no quiere decir
que no la hubo.
Hay un nombre muy simbólico, particularmente para el
movimiento estudiantil, que es Pampillón, el estudiante cordobés que murió en
las primeras acciones de resistencia.
Ahí se fue acumulando un desarrollo que, como suele
suceder en las luchas populares, estalló, en algún momento que nadie podía
predecir, ni cuándo ni cómo iba a suceder.
Eso me hace acordar a una reunión en el Hall de la Facultad
de Ingeniería el 18 de diciembre del 2001, en ese momento yo era docente de la Facultad.
Era una reunión de docentes y alumnos, y cundía cierto desánimo expresado en la
frase “no pasa nada”. Al otro día, 19 de diciembre de 2001, todo estalló.
Lo que esto tiene de común con otras épocas es que se
acumula, y en un momento se produce, un salto cualitativo en la lucha, que
despliega una fuerza de una significación que se transforma en histórica.
En el proceso previo a lo del ‘69, está, por ejemplo, lo
del ‘68, la CGT de los Argentinos.
No se puede entender lo del ‘69, el Rosariazo, el
Cordobazo sin ver sobre todo lo del año 68.
En aquel momento yo integraba la Junta Ejecutiva de la
FUA, la Federación Universitaria Argentina.
Más de una vez, en alguna charla, he comentado que, a
veces, en el relato del Rosariazo, del Cordobazo suele decirse, o algunos
dicen, “la confluencia del movimiento obrero y los estudiantes”.
Me parece que ahí cometen un pequeño error, porque
deberían decir la confluencia del movimiento obrero y el movimiento
estudiantil.
No era sólo el movimiento obrero organizado, sino también
el movimiento estudiantil organizado.
Entre la CGT de los Argentinos y la Federación
Universitaria Argentina había vasos comunicantes permanentes.
Recuerdo cuando acá en Rosario, en el acto que se quiso
hacer en la CGT el 1º de mayo del ’68 vino Guillán, que era dirigente de los
Telefónicos, en nombre de la CGT de los Argentinos.
Recuerdo que la policía nos rodeó y tuvimos que terminar
saliendo por los techos.
Lo del Rosariazo de setiembre, que después comentaremos,
fue distinto.
Lo de mayo no fue una cosa tan organizada, fue más bien un
estallido.
Ahí estaba sí una acumulación previa de acuerdos, de
organización, de discusión entre el movimiento obrero y el movimiento
estudiantil, pero la expresión más concreta de actividad conjunta fue lo del Rosariazo
en setiembre.
Lo de mayo fue un estallido previo, que se fue
desencadenando por todo lo que es conocido en Corrientes, Rosario, Córdoba. A
mí me tocó directamente, porque integraba la Junta Ejecutiva de la FUA y
justamente tenía a cargo el contacto con las federaciones del interior, y
cuando fue lo de Corrientes, viajé a Corrientes y cuando fue el Cordobazo luego
viajé a Córdoba y en el de Rosario, justo estaba en Buenos Aires, viajé y
llegué el día después.
En Setiembre si estaba acá.
Si quiero ser inmodesto puedo decir “soy de los
organizadores”, claro, éramos muchos, eran los que estaban en aquel entonces en
el movimiento obrero, en la CGT, en una enorme cantidad de sindicatos, los que
estaban en los centros de estudiantes, los que estaban en la federación
estudiantil. Es decir, uno más de ese conjunto de gente y uno más de los miles
que salimos a la calle.
¿Qué recordás de esas
asambleas que se hacían entre el movimiento obrero y estudiantil, como dirigente?
¿Con quiénes hablabas de los dirigentes?
No eran asambleas conjuntas. Las asambleas eran, en el
orden estudiantil, de los Centros de Estudiantes o directamente de facultad.
Incluso no eran de toda la universidad sino de cada
facultad.
Y las asambleas del movimiento obrero, en aquellos casos
que las había, fueron importantes. Por ejemplo, en aquel momento hubo asambleas
muy numerosas de los ferroviarios.
En particular, de acá de la CGT había dos personas que
eran los que encabezaban, Quagliaro y Aguirre, de ATE (Asociación de Trabajadores
del Estado).
En todo lo que se escribió y publicó sobre el Rosariazo, y
en la historia del movimiento obrero rosarino, figuran Quagliaro y Aguirre, que
eran los nombres más representativos.
Del orden nacional, recuerdo el nombre de Guillan de
Telefónicos, Ongaro, por supuesto. Pero con Ongaro yo no estuve reunido.
¿Qué recordás a nivel
anecdotario de ese momento, de Setiembre?
Lo de Setiembre fue, como dije, el desencadenamiento de un
estallido que se venía acumulando.
Ya se había hecho una experiencia que había tenido
repercusión nacional, como la del Cordobazo en mayo del 69 y lo de Rosario
también.
La que más repercusión tuvo fue la del Cordobazo.
Entonces, ahí sí ya estábamos en una etapa de crecimiento
y auge de la resistencia.
Ya estábamos en una etapa en la cual lo que la dictadura
de Onganía logró implantar en un principio, que era un control rígido,
impidiendo prácticamente toda actividad política de carácter público, ya no lo
podían controlar.
La actividad sindical, había ganado un papel de primer
orden y el movimiento estudiantil estaba en pleno desarrollo, a más de otros
ámbitos de lucha.
Entonces se estableció una jornada de lucha el 16 de
Setiembre, que venía precedida de luchas de los ferroviarios.
Eso sí fue organizado en conjunto. En ese entonces todavía
no había sido creada la Universidad Nacional de Rosario, pertenecíamos a la Universidad
del Litoral, conjuntamente con Santa Fe y Paraná y la organización estudiantil
era la Federación Universitaria del Litoral, La FUL.
Varios de los representantes de los Centros de Estudiantes
y de otras organizaciones nos reunimos con representantes del movimiento obrero
para organizar la jornada del día siguiente.
Se estableció una organización de la movilización que
agrupaba a ciertos sindicatos y ciertos centros de estudiantes según su
ubicación más próxima.
Seguro que hay detalles que se me escapan, que habría que
buscar en las fuentes. Recuerdo muy particularmente que, Medicina, Bioquímica,
todo lo que está en el área que es ahora Salud, se juntaría con ferroviarios en
el cruce Alberdi. Ese era el lugar de concentración, además ahí estaba el local
de la Unión Ferroviaria.
Ingeniería y ATE (que tenía gran parte de sus trabajadores
en el puerto), en la esquina de Necochea y 27 de Febrero.
No recuerdo otros lugares donde se establecieron
concentraciones, pero particularmente me acuerdo de esos dos, que, si no me
equivoco, fueron los más importantes.
Ahí en el cruce Alberdi fue donde hubo el incendio de
algún trole o colectivo, que fue una cuestión de expresión de repudio al
intento de sabotear la movilización. Y al hecho también de que parte de los
empresarios del transporte, como del propio sindicato, no se hubieran adherido.
Fue un escarmiento.
Es falsa la imagen, a mi juicio, de que
lo característico del Rosariazo fue la quema de trolebuses u ómnibus, esos
fueron tres o cuatro casos.
Claro, para la foto son importantes. Como en las
movilizaciones del otro día por la aprobación del presupuesto (del gobierno de
Macri), la prensa busca poner en primer plano aquello que se asemeje a
vandalismo, destrucción o cosas por el estilo y esconder la represión.
Pero la quema no fue lo fundamental, eso fue una parte de
una anécdota de un grado de virulencia muy significativo, pero no otra cosa.
Las concentraciones eran a las 10 de la mañana. Con esa
técnica, podríamos llamarle, del movimiento popular, sobre todo del movimiento
obrero, que no es el paro por 24 horas, sino el corte de actividades a partir
de cierto horario y movilizarse desde los lugares de trabajo.
Por eso los paros de la CGT nacional actual son de 24
horas, para tratar de planchar la expresión de actividad popular, de
concentración, de manifestación.
Entonces fue la concentración a las 10 de la mañana.
Tengo muy vívido el recuerdo de la esquina de Necochea y
27 de Febrero, que es donde yo estaba, estábamos los de ingeniería (yo era
estudiante de Ingeniería, ahora ingeniero). Comenzó con el intento de avanzar para
concentrarnos probablemente en la CGT
El objetivo era concentrarse en el centro de la ciudad,
desde los distintos puntos de lo que rodea al centro de la ciudad.
Apenas se intentó marchar hubo represión. Y ahí se produjo
sistemáticamente una situación realmente muy interesante.
No había cuestiones que ahora pueden estar más organizadas
de autoprotección para los gases lacrimógenos, lo que había era un intento de
enfrentar a la represión con lo que se podía o se encontraba.
Armar una fogata para disipar el efecto de los gases
lacrimógenos y utilizar piedras para tratar de repeler el ataque represivo, pero
sin una capacidad de aguantar el ataque represivo por lo que, apenas se
producía ese ataque, se producía la desbandada.
Y en una secuencia, como si hubiera una coreografía
organizada, esa desbandada tendía a reconcentrarse dos o tres cuadras más allá,
pero siempre tendiendo hacia el centro.
Y un nuevo enfrentamiento, nueva desbandada, nueva
concentración.
Y así sistemáticamente avanzando hasta, que, en un
momento, recuerdo, llegamos a la Plaza Sarmiento y ahí cambió todo el panorama,
porque la policía había desaparecido.
No había más policía, no había más represión.
Evidentemente, habían recibido la orden de replegarse
porque estaban siendo desbordados, habían perdido el dominio de la ciudad.
Creo que fue una orden inteligente, en el sentido, de que
si no lo hacían seguramente hubierámos llegado hasta la jefatura de policía.
Por lo que me contaron el panorama fue similar en las
otras concentraciones.
No tengo horarios precisos, eso habrá sido al mediodía, a
partir de ahí se produjo una situación en la ciudad, anómala, distinta,
particular que yo le llamo “una ciudad liberada”.
Siempre repito eso. Es cierto que en aquel momento no
había ciertos componentes de la cuestión delictiva que hoy existen, pero nunca
hubo más seguridad en la ciudad de Rosario que cuando la policía estaba fuera
del control de la ciudad.
Nunca hubo más seguridad que cuando no había control
policial.
Se creó una situación que se extendió a toda la ciudad,
donde la mayoría de la población, de un modo u otro, desde ya perdió el miedo,
y se transformó un poco en protagonista y se armaron barricadas en todos los
barrios.
Barricadas que tenían una significación más política que
combativa, porque no eran barricadas para enfrentar, eran barricadas para
mostrar que ese barrio tenía su barricada y que el paso de la represión ahí
estaba vedado. Había una barra de muchachos que se juntaban en cada esquina y
armaban su propia barricada.
Otra imagen que tengo es que se convirtió en una fiesta
popular.
En los barrios, a la tarde (recordemos también que era
otra época en el sentido de que la vida de barrio era más intensa, más social),
las chicas se cambiaban y salían a la puerta a estar en la calle, en el barrio,
en esa situación de libertad.
La imagen que a mí me quedó es esa, la de dos días de una
ciudad liberada y de fiesta.
Claro, una fiesta que se termina rápido.
Ahí intervinieron, como ya es sabido, ya que no volvió la
policía, las tropas militares.
Ahí estuvo actuando Galtieri y retomaron, por supuesto, el
control de la ciudad.
Esas son experiencias que crean, dan noción de fuerza, de
posibilidad, en la memoria de los pueblos, un activo que reaparece.
No es que ahí empezó la historia, no estoy diciendo eso.
Fue uno de los casos en los que se produce una cosa de ese tipo.
Si te vas a tu
militancia y lo que pasa hoy, a nivel de militancia. ¿Qué similitudes podés
encontrar?
La primera que se me ocurre, no sé cómo ni cuándo, pero de
lo que estoy seguro, es de la derrota de Macri. O mejor dicho, de lo que Macri
representa. No sé ni cómo ni cuándo, no sé cuánto va a costar ni cuánto va a
demorar, pero de eso estoy seguro.
Lo que no sé es si esa derrota va a dar lugar o paso a
qué. Si a una vuelta de calesita o a qué otra cosa, o un salto adelante.
Hace un rato, antes de que comenzáramos con esto,
comentaba que escribí por ahí un artículo que se titula “Macri, digno
heredero”.
Tomé eso porque a principio de este año una de mis hijas
me regaló un libro en el cual hay un análisis del capitalismo financiero en
Argentina.
Ahí aparecen, entre otras cosas, memorias anuales de la empresa
Acindar, del año ‘77 firmadas por el General López Aufranc, quien venía de la
época de Onganía; habían estado juntos, habían sido cabecillas de lo que se
llamó el Sector Azul de las fuerzas armadas en el ‘62 y fue el que lo reemplazó
como Presidente de Acindar a Martínez de Hoz, quien había dejado la presidencia
de la empresa para ser Ministro de Economía de la dictadura encabezada por
Videla.
Entonces reproduje parte de esas memorias que están en el
libro y, parecen, o mejor dicho son, el mismo discurso que venimos escuchando,
particularmente este año, sobre la cuestión del déficit fiscal, la inflación,
el costo laboral.
Muy interesante, no sólo porque mencionan esos temas sino
porque plantean que esos son sus objetivos. Que eso es lo que necesita el país:
eliminar el déficit fiscal, contener la inflación y reducir el costo laboral.
Bueno, aquí ya me meto en cuestiones de opinión, no de
hechos.
Es algo que creo tiene mucho que ver con la historia argentina.
Argentina tiene la particularidad, en realidad en toda
América del Sur, de haber tenido un desarrollo del movimiento político-sindical
muy importante.
Un grado de organización en los lugares de trabajo, con
delegados que no pueden ser todos burócratas, el delegado de fábrica no es un
burócrata.
Hay un ejercicio, que a veces creo que hay que hacer, que
es tratar de ponerse pensando del otro lado, y entonces creo que si uno se ubica
pensando desde el otro lado surge esa preocupación de Macri, de López Aufranc,
de Martínez de Hoz: no podemos, matamos o hacemos desaparecer 30.000,
prohibimos, metemos presos, arreglamos con el Fondo Monetario, pero no podemos
terminar de reorganizar este país como nosotros queremos.
De nuestro lado tampoco, para no entrar en un exitismo
absurdo.
Estamos ahí en una puja que viene y va.
Que tiene dificultades, porque los intentos reformistas
que no meten el cuchillo hasta el final para poder matar a la fiera, después
terminan siendo utilizados, incluso todas sus limitaciones y lacras terminan
siendo utilizadas por la prensa y demás, de los cual son especialistas.
La similitud se produce, a partir de la elección de Macri,
en que hay una avanzada, una recomposición de la derecha que es internacional.
Mañana tenemos lo de Bolsonaro.
Como la hubo en otros períodos, como la hubo en el período
del Consenso de Washington donde se instalaron dictaduras militares en
Argentina, Chile, Uruguay, Brasil y que terminaron parcialmente derrotadas, no
extirpadas.
Creo que estamos en una etapa en la cual recuperaron la
iniciativa, también Chile, Brasil, Argentina.
Pero si hay una similitud para mí es esa: no pueden.
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