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martes, 13 de junio de 2017

DE LAS ESTRELLAS A LOS SATÉLITES

Aldo Mangiaterra                                                                             Abril de 2004

            Desde tiempos milenarios los seres humanos hemos tenido la preocupación y la necesidad de conocer nuestra posición sobre el globo terráqueo.
            Dan testimonio de ello los antiquísimos mapas en los cuales, de manera primitiva, se intentaba saber y reflejar la forma, dimensiones y ubicación de los continentes y sus accidentes geográficos.
            El afán diario de los antiguos navegantes era determinar su posición. En ello jugaban el éxito de su misión e incluso sus propias vidas.
            La solución clásica, durante milenios, fue guiarse por las estrellas.
En la inmensidad de nuestra pampa era la Cruz del Sur la principal guía del derrotero.

            La Agrimensura heredó y practicó, entre otros saberes, la capacidad de determinar la posición sobre la Tierra observando las estrellas, utilizando para ello instrumental de precisión. Es decir “leer en las estrellas nuestra posición en la Tierra”.
            Así fue posible, por supuesto con el concurso también de “otros saberes” que no citamos aquí, realizar muy diversas tareas, como por ejemplo confeccionar las cartas topográficas de gran parte de nuestro país; o bien efectuar la demarcación de límites interprovinciales e internacionales; también practicar mensuras de propiedades rurales, y así otras muchas.

            Esa necesidad del posicionamiento, de milenaria antigüedad, no sólo persiste sino que se acrecienta.
            La modernización y perfeccionamiento de gran parte de las actividades humanas requieren conocer, cada vez con mayor precisión y rapidez, la posición de objetos, tanto fijos como móviles; tanto de elementos naturales, como por ejemplo los cauces de agua, como de elementos culturales, como son las construcciones e incluso de elementos de carácter legal, como son los límites, ya sean éstos correspondientes a la propiedad pública o privada, por citar tan sólo algunos ejemplos. Lamentablemente, debemos decirlo, entre esas actividades “humanas”, están también las bélicas.

            Y curiosamente, pese al fabuloso salto tecnológico y a la vez gracias al mismo, seguimos “leyendo en el cielo nuestra posición en la Tierra”.
Lo que antiguamente nos brindaban las estrellas hoy es factible mediante sistemas de satélites artificiales diseñados al efecto.
Claro que ahora se trata de una tecnología que, incluso a quienes la usamos profesionalmente, aún nos asombra por su precisión, por la inmediatez de resultados, por la economía de trabajo.

La Agrimensura incorpora este saber, entre otros propios de ese salto tecnológico, y lo pone al servicio de actividades necesarias para nuestra sociedad.
Así sucedió en la construcción de la conexión vial conocida como puente Rosario-Victoria. El enorme trabajo topográfico que tal obra requirió fue resuelto por  profesionales de la Agrimensura, que contaron para ello con el auxilio del posicionamiento satelital.
Así sucede también con el Catastro Territorial de nuestra provincia, donde el posicionamiento satelital es una de las herramientas esenciales puestas en práctica para la actualización y modernización en curso desde hace varios años.
A la vez debe preocuparnos que las ventajas de tal tecnología se brinden sin restricciones, entre otras cosas procurando que los medios necesarios estén al alcance de todo el ámbito profesional.





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