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lunes, 19 de junio de 2017

ENTREVISTA DE LA REVISTA CLAROSCURO EN EL AÑO 2003

Febrero de 2003

ENTREVISTA:   Ing. Aldo Mangiaterra
Docente –  Consejero
Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura

Claroscuro: ¿Cómo está afectando a la Universidad la crisis del país?
      En mi opinión la afecta de una manera muy directa a través, sobre todo, del tema presupuestario. No sólo por lo bajo del presupuesto, que ya lo era, sino también por la inflación y por el retraso del gobierno nacional en el cumplimiento del presupuesto. 
       Por lo tanto, hay una situación cada vez más crítica donde están faltando insumos y otros materiales necesarios para la continuidad de las actividades. 
       Esto hasta cierto punto se ve relativizado porque estamos muy acostumbrados, tanto estudiantes como docentes, a adaptarnos a las circunstancias, a las condiciones que tenemos y pizarrones y tizas todavía quedan. Por eso a veces digo que lo más grave de la situación de la Universidad no es la situación misma, sino que uno se acostumbra.
      Eso es un aspecto, el aspecto presupuestario. 
    Desde ya, hay una forma de afectar también muy directa: es la situación personal de docentes, no docentes y estudiantes. La situación salarial de mala ha pasado a ser peor y en cuanto a la situación de los estudiantes -no conozco cifras que puedan estimar cuáles son las consecuencias– es evidente que hay una cantidad importante de casos de deserción y un empeoramiento de las condiciones de vida y de estudio de una parte muy importante de los estudiantes.
     
Problemas simples: costos de transporte, de comida, de alojamiento, particularmente para los estudiantes que no viven en la ciudad donde se encuentran las Universidades.             Tengo referencia de algunas otras Universidades, sobre todo en provincias con una situación más crítica aún, donde la deserción es notoriamente mayor. Hay que tener en cuenta que Rosario tiene algunas desventajas en el sentido económico; su entorno productivo se viene reduciendo desde hace bastante tiempo, no es una capital de provincia o ciudad que goce de beneficios de turismo o cosas por el estilo, pero está rodeada de lo que le llamo un “colchón de soja” que, desde luego, no resuelve la situación de pobreza y miseria de una gran parte de la población, pero sí relativiza un poco la situación económica, particularmente por ejemplo en este momento con el aumento de los precios de la exportación.
       Para ver el otro lado de la crisis, el que la enfrenta, hay que tener en cuenta que el año pasado hubo un proceso de lucha muy importante, particularmente del gremio docente, acompañado por sectores muy importantes del movimiento estudiantil, y en alguna medida, sobre todo en otras Universidades, por algún rector y algunos decanos. 
      Las consecuencias de la situación del país son un revulsivo. Han replanteado para muchos la necesidad de reubicarse respecto a la actitud de la Universidad y de los universitarios ante a la situación del país. 
     Esto se ha evidenciado notoriamente en un cambio de relación de fuerzas en el movimiento estudiantil y creo que en una medida importante eso se está evidenciando también dentro de los propios docentes. 
      No obstante es cierto que hay también, y no se puede ignorar, expresiones que se resisten a reconocer las graves consecuencias de la situación del país para la Universidad.        Quizás uno de los ejemplos más típicos de esa actitud son las reiteradas declaraciones ante los medios de comunicación de nuestro rector, que permanentemente intenta enviar un mensaje de normalidad, de continuidad de las actividades, de algo que, más allá de sus intenciones que pueden ser de tranquilizar, de hecho objetivamente lo convierte en ignorancia y ocultamiento de la real situación que se vive en la Universidad.

Claroscuro: ¿Cómo observa Ud. las relaciones entre la Universidad y la sociedad?
Creo que predomina la distancia y no la cercanía. Nuestra Universidad no se destaca por hacerse cargo, estar imbuida, estar investigando, proponiendo y realizando el análisis crítico de lo que sucede en su entorno.
Puedo dar ejemplos atinentes a mi Facultad. Hay temas no sólo muy importantes sino que han tenido una gran difusión, controversia, opinión en los medios, como el del transporte, el manejo de los residuos, el del puerto, el del aeropuerto, el problema de las inundaciones, y la Universidad no tiene un papel significativo en estas cuestiones. Aludo a esos porque son los que en mi Facultad llegan un poco más de cerca, pero temas como la educación, la salud, la vivienda no escapan a esas mismas consideraciones.
La Universidad en realidad tiene una tradición más típicamente centrada en la producción de profesionales como función “social” y no es reconocida, ni se siente en la obligación permanente de estar dando opinión crítica sobre estas cuestiones. Tampoco es muy requerida en este sentido; no es un referente generalmente reconocido para el análisis de todos estos problemas. Creo que el problema fundamental
es de política universitaria, porque en mi opinión no es que no haya conocimiento, investigadores, docentes y estudiantes con voluntad para sumergirse en estas cuestiones. Lo que a mi juicio no hay es una política planteada en ese sentido desde la institución como tal.
Por el contrario, existen numerosos ejemplos de equipos de investigadores, de cátedras, de agrupaciones estudiantiles, de grupos que se arman en función del análisis de un determinado problema en particular, que sin embargo realizan este tipo de labor, se preocupan por investigar problemas que aquejan a la sociedad, y en general cuando buscan conexión con instituciones, con personas ajenas a la Universidad, encuentran muy buena recepción, hay una demanda hacia la Universidad en ese sentido, y en muchísimos casos han producido y producen resultados altamente valiosos, pero sin embargo hasta ahora no han logrado revertir esta situación de relativo aislamiento.
Desde luego cuando digo relativo aislamiento me refiero a algún papel de más o menos destacada importancia. Nuestra Universidad, por su propia composición social, no permanece aislada totalmente de la sociedad. No es de una élite que está encerrada en un campus con vallado y señales electroacústicas para impedir el contacto y demás. Está lejos de esa imagen.
Pero cuando hablamos de una relación significativa, intensa, me refiero a otra cosa, a un papel -no quiero decir protagónico porque me parece exagerado- me refiero a un papel significativo. Nuestra Universidad tiene la particularidad, por la composición social de sus docentes, de su personal no docente, de sus estudiantes -puede ser distinto en otras Universidades, en la nuestra esto creo que es notoriamente así- de que los problemas de carácter popular, social, se reflejan en la propia vida de los miembros componentes de la Universidad. Pero en lo que no ha logrado transformarse es en un papel significativo apuntando al análisis crítico y la propuesta de soluciones para esos problemas.
Yo quiero destacar que hace pocos días, en nuestra Facultad, una agrupación estudiantil, la lista Unidad, realizó un encuentro con representantes de empresas funcionando o recuperadas bajo cooperativas que fue interesantísimo. Participaron el Supermercado comunitario, la firma Indecar, Herramientas Unión, Carrocerías Dic, Cristalerías de Cuyo, y otros; se estuvo trabajando durante un día, en plenario, y luego separadamente en comisiones con cada una de las cooperativas y se hicieron acuerdos específicos que en algunos casos están derivando ya en convenios entre esas cooperativas y la Facultad.
Eso debería ser una labor permanente de la Facultad, organizada desde el propio decanato y los representantes designados para tales fines como el secretario de extensión universitaria y demás, de la Facultad. Sin embargo, tiene justamente esa doble cara. Ha sido la consecuencia del accionar de una agrupación estudiantil, con muy buen resultado, con muy buena recepción de parte de los lugares adonde se concurrió, pero a la vez no es la expresión de una política de la Facultad.

Claroscuro: ¿Considera Ud. en este contexto que los principios de autonomía y gratuidad se están garantizando?
Lo primero que me parece conveniente aclarar es que son dos principios muy importantes. Son esenciales en la caracterización de nuestra Universidad. No son, por supuesto, los únicos, pero son dos principios esenciales que la diferencian –cuando digo nuestra Universidad me estoy refiriendo en general a las Universidades nacionales– de las Universidades privadas y de las Universidades de muchos otros países del mundo.
El tema de la autonomía tiene una larga discusión detrás, porque la autonomía en algunos casos ha sido criticada desde el punto de vista aparente o supuestamente progresista, planteándola como algo negativo en el sentido que desvincula o podría desvincular a la Universidad de objetivos o políticas nacionales o algo por el estilo. En primer lugar, creo que hay una dependencia y fijación de política general desde la propia aprobación del presupuesto. El presupuesto no es otra cosa, en la Universidad y en cualquier lugar, que la cuantificación de la política. En ese sentido, la Universidad depende, no se aísla, y el Estado tiene el recurso, el más poderoso quizás, para determinar qué le otorga o no le otorga a la Universidad. Pero el otro aspecto de la autonomía, el esencial, es el autogobierno, con la participación de los integrantes de la comunidad universitaria en el ejercicio de su gobierno. No entro al análisis de cómo se está ejerciendo en concreto y en particular en nuestra Universidad, es decir, cómo funciona el cogobierno en la Universidad de Rosario. No me estoy refiriendo a esa cuestión. Creo que requeriría un comentario. Hago una disgresión:
En nuestra Universidad de Rosario, en general en la Universidad Nacional, tomo en esto las expresiones del rector de la Universidad General Sarmiento: “los partidos políticos más que ocuparse de la Universidad, la han ocupado”. Han desarrollado un estilo en el cual, contrariamente a lo que dice el estatuto de la Universidad de Rosario, que es un estatuto predominantemente democrático, conciben al rectorado y los decanatos como una especie de poder ejecutivo con atribuciones propias y separado e independiente de lo que considerarían similar a un “poder legislativo” como serían los consejos directivos y el consejo superior. En realidad, en el estatuto nuestro no es así. Es más, en el estatuto de la UNR no existen las “autoridades”, aunque en los documentos de la Universidad y de las Facultades se suelen publicar largas listas de autoridades. Pero en el estatuto no figuran. Éste dice que hay órganos de gobierno y representantes. Los órganos de gobierno son los consejos directivos, consejo superior, asamblea universitaria, y los representantes designados y removibles por esos cuerpos son el rector y los decanos. Por tanto, no es un poder separado al estilo presidencialista del poder ejecutivo nacional, con ministros que están por encima de los demás y que se atribuyen el derecho y la acción de gobernar la Universidad. En ese sentido, hay una especie de distorsión de lo que es o lo que debería ser la autonomía en lo que se refiere al ejercicio del cogobierno. Esta es una idea de la cual está penetrada gran parte de la comunidad universitaria y predomina en el funcionamiento si no de todas, seguro que de la gran mayoría de las Facultades y de la Universidad. A los consejos directivos y al consejo superior se los considera como organismos destinados a avalar las resoluciones de decanos, rector, etc., y no a cogobernar, es decir, fijar la política y concretar su desarrollo.
Pero después de esta digresión, el tema de la autonomía me parece esencial. En este momento está bastante cuestionada, aunque está formalmente reconocida por la ley de educación superior, pero está bastante limitada en la ley por varios mecanismos.
Uno de ellos es, desde ya, el presupuestario. Por ejemplo, el Ministerio viene, ya desde el período menemista, destinando partidas a temas universitarios por fuera del presupuesto de las Universidades. Partidas, como por ejemplo, las destinadas a subsidios para investigación. Esas las maneja el ministerio. Partidas destinadas, aunque no demasiado numerosas, pero existentes, a becas para estudiantes, que las maneja el Ministerio. Partidas para el FOMEC. Las maneja también el Ministerio obligando a las Universidades que las acepten a colaborar desde su propio presupuesto. Es decir, hay un manejo presupuestario extra Universidades que ya es un condicionamiento. Hay por otra parte, en la cuestión de la acreditación de las carreras, reconocimiento de títulos y demás, un papel de organismos extra universitarios como es la CONEAU, por ejemplo, que significan restricciones a la autonomía.
No obstante, la Universidad conserva o tiene un grado de autonomía que a mi juicio, aún con esas restricciones, sigue siendo muy importante. Es la única entidad estatal que tiene ese grado de autonomía en el cual existe el derecho y en parte el ejercicio de un autogobierno. Por eso creo que, si bien es relativa, es importante pelear por que la autonomía sea lo más efectiva posible; hay que valorarla como una herramienta que poseemos y tratar de ejercerla para que la Universidad cumpla con una función al servicio de los intereses de nuestro país, de nuestro pueblo.
Sobre el tema de la gratuidad, también es un principio esencial, porque no es una cuestión simplemente económica o cuantitativa. La gratuidad plantea un composición social del estudiantado. Por eso, el principio de la gratuidad es muy importante. Es también relativo, porque la gratuidad efectivamente está condicionada por una enorme cantidad de variables que son ajenas a la Universidad, como costos de materiales de estudio, libros, transporte, alojamiento, comida, etc., las cuales no garantizan una composición completamente popular del estudiantado. Permite un acercamiento de importantes sectores. Es algo un poco singular. La nuestra no es una Universidad popular ni es una Universidad de élite. Es una Universidad que tiene una composición social bastante más amplia que la de una Universidad de élite y que no llega de ningún modo a permitir el acceso de todos los sectores de la población, provengan del origen que provengan, al conocimiento o al nivel universitario. Hay muchas cuestiones que muestran un carácter sumamente contradictorio de nuestra Universidad.
El tema de la gratuidad, lógicamente en las condiciones económicas actuales es más importante que nunca, y tiene más restricciones que nunca. Hay tendencias, intentos, si bien hasta ahora no han logrado preponderar, de introducir algunas formas de costo de los estudios universitarios mediante el pago de compra de materiales de estudio por parte de los estudiantes, de cuotas o intentos de cuotas de  cooperadora, o de arancelamiento de trámites, a lo cual creo que hay que estar atento porque en general son cosas cuantitativamente de no mucha significación en algunos de los casos, pero pueden convertirse en una vía de avance sobre la cuestión de la gratuidad. Creo que a la vez sería muy importante que el movimiento estudiantil tuviera un accionar más intenso, más directo sobre el tema de las becas.
A esta altura, sin temor a errar demasiado, nosotros tendríamos que tener becas para cinco mil estudiantes en la Universidad de Rosario, de las cuales quinientas al menos tendrían que salir del propio presupuesto de la Universidad. En Ingeniería hemos logrado algún pequeño avance en este sentido y desde el año pasado se están otorgando cincuenta becas de pequeños montos, con un reglamento elaborado por los propios estudiantes, que constituye tan sólo un atisbo, pero interesante, de que esto tiene que transformarse en una política de la Universidad. A nuestra Universidad se le ha cercenado su política de apoyo económico al estudiante por el paso de dictaduras militares, pero luego ha abandonado lo que en otra época fue una política normal de la Universidad que era la existencia de comedores universitarios, de becas de estudio y de residencias estudiantiles.

Claroscuro: ¿Qué medidas propondría para la transformación de la Universidad puesta al servicio de la sociedad?
Nuestra Universidad es parte de las Universidades estatales y en ese sentido está altamente condicionada por la disponibilidad de recursos y por la legislación vigente. Sin embargo, y a la vez, es como lo mencioné antes; una Universidad que tiene un grado importante de autonomía, tiene en general expresiones o formas de cogobierno y tiene una composición social no elitista. Este conjunto de cuestiones conforma una institución contradictoria en la cual se refleja lo que sucede en nuestra sociedad de modo tal que la Universidad no puede marchar independientemente, y a la vez tiene cierto grado de independencia en su accionar. Y quiero decir, con respecto a esta pregunta, que en estas condiciones me parece que no hay posibilidad de que la Universidad esté puesta al servicio de la sociedad, entendiendo por estar al servicio de la sociedad estar al servicio del pueblo.
En condiciones en las cuales predomine en el país la sujeción a los dictados del Fondo Monetario Internacional, el ejercicio del poder por parte de grupos, de partidos políticos, de dirigentes que han demostrado hasta el hartazgo la corrupción y el ejercicio del gobierno en función de intereses de sectores sumamente restringidos, concentrados, del gran capital nacional e internacional, en condiciones de pobreza, de miseria; si esa política predomina en el país no veo que la Universidad pueda ser tan independiente de modo que llegue a ponerse al servicio del pueblo.
Hace falta un cambio de política en el país y en la Universidad. Eso no quita o no impide que sectores importantes de la Universidad puedan tener un papel crítico y un accionar, tanto en el plano científico, como en el plano educativo, como en el mismo plano político, para criticar y tratar de revertir esta situación general. Es más, eso no quita que la Universidad como tal, en algunos casos, frente a ciertos hechos, por ejemplo, cuestiones como la sucedida en estos últimos días acerca de la agresión a la militante social Susana Ávalos, la Universidad como institución pueda reaccionar y jugar un papel positivo en ese sentido.
El consejo directivo en nuestra Facultad por ejemplo, no sólo se pronunció repudiando esto por unanimidad, sino que oficialmente el consejo directivo se pronuncia pidiendo la destitución del secretario de seguridad de la provincia, por sospechoso de connivencia con este tipo de accionar contra los militantes sociales y populares. Pero pretender que la Universidad tenga la independencia y la capacidad de accionar al servicio del pueblo a contramano de la política predominante en el país me parece que no es real.
La cuestión está en que quienes estamos en la Universidad debemos tratar de sumar nuestras fuerzas a los esfuerzos por cambiar de raíz esta situación. Y en ese sentido, en la lucha por hacerlo, podemos lograr en numerosas oportunidades que la Universidad juegue un papel positivo, que se pronuncie, que aporte, que cobije, que sea un escenario destacado del debate político necesario, pero no pretender que sin producir cambios esenciales en el país podamos lograr una Universidad esencialmente distinta. Poner a la Universidad al servicio de la sociedad, entendida como al servicio del pueblo, debe ser parte de un cambio que plantee poner también la política, el gobierno, al servicio de la sociedad, en el sentido de puesto al servicio del pueblo.
Por eso creo que una de las transformaciones que hay que lograr, teniendo en cuenta que en el 2003 coincide la renovación de representantes en consejo directivo, consejo superior, decanos, rectores, con las elecciones nacionales que hipotéticamente se van a realizar, lo que hay que lograr en la Universidad es parecido a lo que hay que lograr en el país. Sería un aporte que todos aquellos sectores que con fuerza se expresaron rechazando la política de los últimos años, de Menem, De la Rúa, Duhalde y Rodríguez Saá, se puedan expresar en la Universidad en un sentido similar. No digo que eso va a transformar a la Universidad convirtiéndola en una Universidad al servicio del pueblo, pero sería un paso favorable, y la institución podría jugar un papel mucho más positivo en ese sentido.


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