En 2006 pude asistir a la asunción de Evo como
presidente. Después redacté una nota titulada “513 años después”, cuyo
contenido pueden encontrar en este blog
De esa nota extraigo los dos siguientes párrafos:
Después
de 513 años, como dijeron Evo Morales y el vicepresidente Alvaro García Linera,
los pueblos originarios readquieren el derecho a su autogobierno.
Trato
de imaginarme el almuerzo de ese domingo 22 de enero en las residencias de la
oligarquía boliviana, la misma que no admitió siquiera como imagen engañosa, la
presencia de un indígena en algún puesto expectante de la sociedad, y me
imagino un silencio mordiendo odio y prometiendo venganza.
Como siempre los interrogantes son superiores a las
certezas. Hay quienes opinan que ahora el principal peligro es la impaciencia
popular; que la oligarquía va a saber esperar, lo que no me parece muy acertado
¿existe cabal conciencia en Evo Morales, en el gobierno y en el MAS del
poderío, la habilidad y la acción pertinaz e inmediata del enemigo que deben
enfrentar?; ¿ven por ejemplo en la realidad venezolana cómo se produce el acoso
inmediato al gobierno?
Quienes
creyeron que los golpes violentos se habían terminado estaban equivocados. Lo
era en cuanto no fueran imprescindibles. Las democracias del capitalismo tienen
su propia autorregulación.
Los
golpes del siglo pasado (Guatemala, Argentina, Brasil, etc.), particularmente a
Allende en Chile en 1973 y ahora a Evo en Bolivia, así lo demuestran.
Creo
que también demuestran que sin desarmar el aparato de dominación (mediático,
judicial, militar, etc.) de las clases explotadoras no se las puede dominar.
En
Cuba y Venezuela, de distintas maneras lo hicieron, y por eso resisten, más
allá de las críticas que sean necesarias.
La
derrota de Macri (sobre todo de quienes representa), la valiosa actitud de
Alberto Fernández en el caso Evo, reaniman viejos dilemas en las fuerzas
populares argentinas.
¿Profundizar
esa derrota o calmar los reclamos para no irritar?