por Pío Vila Neker
“Muchacha
recién bañada
ríe la
tierra, fresquita
Salieron
cortando campo
La
esperanza y la alegría”
(Marcelino
M. Román)
Don Gauto, descalzo, con la camisa desabrochada, sentado en su sillita
baja – cariño de soltero empedernido – en medio del patio, dejaba resbalar las
gotas de sudor, sin intentar secárselas con el pañuelo bataraz que tenía en la
mano. Lobo, su perro, jadeaba guarecido bajo las ligustrinas, donde se había
refugiado en busca de piso menos seco y menos caliente.
Una lagartija cruzó veloz hasta unos rosales.
- ¿Será que no va a llover?- El mentón
en la mano y el codo en la rodilla, don Gauto escudriñaba el cielo.
Alborotadora, una bandada de patos “siriríes” pasó volando rumbo al
Gualeguay.
- ¿Andarán anunciando agua? se preguntó, descreído el colono, cuyas vacas ya comenzaron a morir a causa de la larga “epidemia”. La tarde anterior había cuereado esa vaquilla requemada, tan linda, cría del toro refinado que compró hacía un par de años por intermedio de la cooperativa.