El domingo pasado recibí la nota que Miguel Fernández
Pastor publica en El cohete a la Luna
En
este caso la nota se refiere a la propuesta de “renta universal básica” https://www.elcohetealaluna.com/la-pandemia-del-bien/
Me
parece que sería muy bueno lograrlo, como parte de una política que pretenda
producir cambios de fondo, máxime considerando la brutal desigualdad económica y social existente,
la que, siendo previa, se muestra más cruda aún en condiciones de la pandemia
Sigo
las interesantes opiniones domingueras de Fernández Pastor, con gran
coincidencia y también algunas diferencias de opinión
Pero
en esta última hay dos afirmaciones que, creo, merecen ser debatidas y con ese
fin hago los siguientes comentarios:
1ª. Ninguna duda tengo
que el trabajo dignifica y que lo lógico, natural y deseable sería que todos
tuviéramos un trabajo digno. Pero lamento desilusionar a quien piensa de esta
manera, el tiempo del trabajo para
todos pasó y no vuelve más, las teorías del pleno empleo murieron hace
varios años. La robótica y las nuevas tecnologías expulsan cada día más y más
trabajo humano. Es el precio de la
vida moderna (hasta aqui la cita - el subrayado es mío)
Me
parece una resignación a la barbarie del sistema capitalista, el cual,
efectivamente “produce” desocupación, o peor aún, seres humanos que “sobran”
Así
como en el pasado fue una meta la jornada de las 8 horas, hoy es perfectamente
factible la reducción de la jornada de trabajo, sin disminución de salario,
procurando que el trabajo sea también un derecho
El
extraordinario aumento de la productividad (y por tanto de la plusvalía), hace
posible que eso sea una reivindicación de los trabajadores, aún incluso dentro
del propio sistema capitalista
2ª. No es mi intención impulsar una lucha de clases, más
bien todo lo contrario, intento lograr una armonización de clases donde los
pobres dejen de ser pobres para devolverles la dignidad (hasta aquí la cita)
Me parece que MFP confunde sus deseos con la realidad
Para poner un ejemplo, el llamado “estado de
bienestar” europeo, posterior a la segunda guerra, fue precisamente producto de
la lucha de clases, no de la armonización, tal como lo dice Ricardo Forster
El capitalismo de la segunda posguerra se vio obligado a pactar con la
clase trabajadora, tuvo que aceptar la arquitectura del Estado de bienestar en
medio de una zozobra política y económica que amenazaba su continuidad (o al
menos esa era la lectura que las clases dominantes hicieron en aquel contexto
atravesado por el temor a la revolución social y al papel activo, en ese
desencadenamiento, de la Unión Soviética) (pág.57, El futuro después del Covid-19 – Presidencia de la Nación)
Similar opinión expresé en el artículo “Después de la
pandemia”, publicado en este blog
La atenuación temporaria de la
explotación capitalista, a la que se denominó, “estado de bienestar”, fue el
resultado de largas luchas del proletariado europeo, la que se vio facilitada
porque después de la 2ª guerra, la Unión Soviética y luego China, con la
bandera del socialismo, aparecían como una alternativa peligrosa frente a la
cual había que hacer concesiones. El fracaso del “socialismo real” facilitó que
el capitalismo retornara a crudas expresiones mediante una ofensiva titulada
“neoliberalismo”, destruyendo rápidamente el estado de bienestar y ampliando su
dominación al mundo mediante un belicismo desenfrenado-
Me
resulta difícil entender la idea de armonizar con (en vez de imponer a), Paolo
Rocca.
¿No
es suficiente con ver la resistencia furiosa del gran empresariado, de medios
de comunicación, de la derecha política, que ha despertado la versión, hasta
ahora solo la versión, de un posible pequeño impuesto a las grandes fortunas, y
sólo por única vez?
Más
allá de los respetables buenos deseos de Miguel, considero que puede ser
ilusorio, y por tanto peligroso, confiar en la armonización para lograr
derechos que, a mi juicio, sólo la lucha puede obtener
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