Hace 66 años egresé del Politécnico de Rosario, en aquel entonces conocido como El Industrial
Este año la egresada es mi nieta Eugenia Binaghi y en el acto de graduación leyó este escrito de su autoría
Le pedí permiso para publicarlo, lo que hago con gran orgullo de mi parte
"Se podría estar días pensando en qué
escribirle al Poli, cómo poner en palabras lo que sentimos por este lugar y
cómo explicar lo que significa para todas las personas que pasamos por acá. Si
tuviera que simplificarlo diría que nos hace sentir que pertenecemos a algún
lado, es realmente un hogar repleto de personas tan distintas, y sin embargo,
movilizadas por ese mismo sentimiento de pertenencia. Esto es lo que lo hace
trascender por tantas generaciones hace ya 117 años; es eso lo que van a sentir
los que vengan después y sé que es eso lo que nos llevamos los que nos vamos.
Todos los que formamos parte de esta institución llegamos desde lugares
diferentes para entregarle todo lo que tenemos.
Como estudiantes pasamos dentro
de este edificio los últimos seis años tanto tiempo como el que estuvimos en
nuestras propias casas, e imaginar que no vamos a volver a recorrer estos
pasillos es un duelo para el que ninguno está listo. Escribir estas pocas
palabras es darle realidad al final de un ciclo que nunca pensamos que
llegaría. Fue un viernes 17 de noviembre, hace seis años, que entramos al Poli
a rendir el examen de ingreso con una mezcla de nervios, entusiasmo y
esperanza. Había llegado el día para el que tanto nos habíamos preparado y que
sin saberlo, iba a ser una parte esencial de nuestras vidas. Asimismo, fue un
viernes 17 de noviembre nuestro último día en el Poli, pero que ya no es ese
edificio enorme e intimidante con una infinidad de salones y rincones por
conocer. Ahora podemos decir que es otro hogar, al cual conocemos de arriba a
abajo y que también nos conoce a nosotros. El Poli se convirtió en mucho más
que una escuela. Entrar con doce o trece años y encontrarse con el mundo que
nos brindó fue una experiencia tan enriquecedora como abrumante. Juntos
crecimos, atravesamos nuestra adolescencia, y forjamos las personas que somos
hoy. Aprendimos cosas mucho más valiosas que los conocimientos académicos. Nos
inundamos de experiencias, nos permitimos pensar críticamente y conocimos
personas con las que luego compartiríamos todos los días. Tuvimos algo así como
un simulacro de la vida y en conjunto formamos una especie de familia. Un amigo
dijo que haber elegido el Poli es probablemente de las mejores decisiones que
tomamos. Es loco pensar algo así, ¿pero cómo no estar de acuerdo con él?. Fue
una decisión, sí, pero también fue un poco el azar y las casualidades lo que
nos trajo a todos hasta acá. Y sin embargo, a cada uno nos interpeló de
semejante manera que hoy en día podemos decir que fue de las resoluciones más
importantes y oportunas que se nos podrían haber presentado. Que al Poli no lo
cambiamos por nada y que todo lo que nos dio lo vamos a conservar para siempre.
Y lo más lindo es saber que compartimos ese sentimiento y que ese entendimiento
nos une más allá de lo que nos depare el futuro, saber que todo esto va a
prevalecer porque lo vamos a guardar entre nosotros. Al Poli siempre le vamos a
estar agradecidos. Por él aprendimos a estudiar, a valernos por nosotros
mismos, a manejar un torno o un serrucho. En todas nuestras casas hay un
asiento más que es parte de nuestros primeros logros, materializado en aquel
taburete hecho con nuestras propias manos. El Poli nos vio estresados, felices,
enojados, nos vio jugar, llorar; en estos muros retumbaron nuestras risas, fue
el cómplice callado de esos primeros amores y casi se puede sentir que es uno
más en el grupo de amigos. El Poli acompañó nuestras frustraciones y fue el
refugio perfecto para afrontar todo lo que iba pasando en nuestras vidas. En
este lugar nos sentimos protegidos y es en él que quedaron grabadas todas las
alegrías que vivenciamos a lo largo de estos valiosos seis años. El Polirock
fue nuestro primer recital y con el Centro de Estudiantes votamos por primera
vez en nuestras vidas. Gracias Poli por ser todo eso, por haber cambiado
nuestras vidas. Gracias por formar parte de nuestra historia y por dejarnos
formar parte de la tuya. Y gracias por darnos lo más significativo que nos
podrías haber dado en este proceso; las relaciones que por vos construimos.
Tanto lo íntimo de gestar una amistad desde primer año, siendo niños; como lo
especial de cruzarnos en el camino. Fue debido a esta escuela que nos
encontramos. Pero hoy, y pensando en esos niños que fuimos y que ya no
volveremos a ser, podemos entender que somos las amistades que elegimos para
nuestra vida. Que pudimos transitar esta etapa porque estuvimos juntos,
acompañándonos. Y que estos lazos y todo lo que compartimos va trascender como
aquel sentimiento de pertenencia. Porque esta es nuestra casa y nosotros somos
una familia. Esto se pudo evidenciar claramente esa última tarde en el Poli.
Teníamos planificado un picnic en la última hora pero llovía, y parecía que el
cielo acompañaba nuestra tristeza. Nos sentamos a charlar en el bar y entre
chiste y chiste cada uno fue tomando la palabra para decir lo que sentía. Nos
escuchamos, nos permitimos emocionar y lloramos felizmente con aquel dolor
compartido. Inmortalizamos ese momento con los abrazos más sinceros. Fue en esa
conversación que Valen retomó la mítica frase que todo estudiante del
Politécnico escuchó alguna vez: “Lo difícil no es entrar, lo difícil es
mantenerse”, haciendo alusión a que habíamos logrado completar este camino tan
difícil. Fue recién en ese momento que descubrimos que ese decir no es cierto.
Y hoy acá, somos la prueba viviente. Porque lo difícil del Poli siempre va a
ser irse"
Hermoso, muy emotivo imposible q no se nos piante un lagrimòn!!! Gracias Euge!!!
ResponderEliminarFelicitaciones Euge, recién hoy lo descubrí. ♥️
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