Sábado 30 de Julio de 2016 - Suplemento Educación del Diario La Capital - Rosario - Argentina
El 29 de julio, Día del Docente Universitario, la
Coad rescata la memoria de la intervención a las facultades en 1966.
"Por primera vez, las y los
trabajadores docentes de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) celebramos el
29 de julio como Día del Docente Universitario", indica Luciana Seminara,
secretaria adjunta de la Asociación Gremial de Docentes e Investigadores de la
UNR (Coad). En el marco de la conmemoración, el profesor e ingeniero Aldo
Mangiaterra, protagonista de la larga lucha docente, reconstruye el recorrido
de los trabajadores de la docencia universitaria
Seminara, profesora de historia, resalta que "la fecha fue elegida para recordar a la llamada Noche de los Bastones Largos, cuando en 1966 la dictadura de Onganía irrumpió violentamente en los ámbitos universitarios, interviniendo las facultades y reprimiendo a profesores y alumnos. El gobierno militar quería la anulación de las instituciones democráticas de la universidad".
"Este reconocimiento es una
conquista de la lucha colectiva, ya que fue un proyecto impulsado por la Coad
en el marco de la paritaria particular realizada en noviembre de 2015, aprobada
por el Consejo Superior de la UNR", señala la dirigente y profesora de
historia de la Facultad de Humanidades y Artes.
"En el marco del homenaje, la
Coad realiza una muestra gráfica sobre el trabajo docente en la universidades,
a partir de aportes fotográficos, afiches y otros soportes de papel",
indica la profesora. "Por ejemplo, llevé fotos de mi abuelo que fue
docente del Politécnico, donde también estudié yo", resalta.
"Se trata —agrega— de mostrar
registros de lo la vida universitaria en los últimos años, así también se
expondrán actas de asambleas y volantes, entre otros materiales".
El objetivo de la muestra es
producir "un registro documental que dé cuenta de la labor docente en
distintos procesos históricos. Por eso lanzamos la convocatoria a todas y todos
los docentes que tengan interés en aportar materiales. Se trata de sistematizar
recuerdos personales y colectivos de luchas y movilizaciones, tareas
académicas, clases en el aula o en laboratorios, seminarios, y toda actividad
social político-académica vinculada a la docencia", indican.
Cátedra y testimonio
"En Rosario, al intervenir el
gobierno militar de Juan Carlos Onganía en las universidades, el clima fue muy
denso, se prohibieron los consejos directivos, las actividades del centro de
estudiantes y no hubo hechos violentos, pero si la renuncia de algunos
profesores", relata Mangiaterra, quien en 1966 tenía 27 años y había
concursado a principios de ese año como auxiliar interino ad honoren, categoría
B, en la facultad de Ingeniería, de la que entonces era Universidad del
Litoral.
"Me faltaba poco para recibirme
de Ingeniero Geógrafo y había egresado en el 64 de la carrera de Agrimensura", cuenta el profesor universitario jubilado, tras trabajar del
años 1990 al 2012, en la actual Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y
Agrimensura (UNR).
"En Rosario el interventor de
la Universidad fue Manuel De Juano, un abogado de derecha. Reemplazó a Cortés
Plá, físico y militante del movimiento de la Reforma Universitaria del 18, cuando
era estudiante en Córdoba. Además, Plá fue decano (1934) y tras ser reelecto varias
veces en ese cargo, fue elegido rector (1962) de la universidad. También había
sido secretario de la Federación Universitaria de Córdoba", afirma
Mangiaterra sobre Plá, a quien también se lo recuerda por el trabajo de
extensión para articular la Universidad con las comunidades regionales.
Sobre el objetivo de la
intervención, explica que no buscaban cambiar los planes de estudio, sino una
cuestión más política. En el 65, ya el general Julio Alsogaray, en la revista
Véritas, número 335, de abril de ese año, decía que en los consejos directivos
de las facultades anidaban los grupos guerrilleros.
"La década del 60, hasta el
66, a mi juicio fue un gran período para la universidad. Estaba inmersa en lo
que fueron los años 60 con la revolución cubana. Creo que esta década, en
América latina empezó el 11 de enero del 59, con la revolución cubana",
remarca Mangiaterra.
"Era una universidad de una
intensa actividad política y desarrollo del movimiento estudiantil. Tras mucho
tiempo de orientación gorila, la Federación Universitaria Argentina (FUA) es
recuperada en el 59 y con ello retoman fuerza las ideas de cogobierno y
autonomía".
"En los 60, ese crecimiento
no se concretó sin contradicciones. Por ejemplo, estaba prohibido el movimiento
popular más importante: el peronismo y la universidad no avalaba esa exclusión,
pero tampoco la cuestionaba en forma explicita. Pero, en 1965, cuando EEUU
invadió Santo Domingo, la misma Universidad organizó un acto público en plaza
Pringles, donde concurrió el rector Plá, fue una actitud pública y en la calle
que no era común, ni en esa época ni ahora", admite.
Un lugar de lucha
"El 29 de julio de 1966, con la
dictadura de Onganía, comienza esa noche oscura. En mi caso personal, tras
entrar por concurso docente en el 66, el director de departamento pide en 1967
la redesignación de todos los auxiliares, y me dejan afuera. La causa era muy
clara: yo había sido dirigente de la juventud comunista, miembro de la junta
ejecutiva de la FUA, consejero en el Superior de la Universidad del Litoral, y
luego militante del Partido Comunista Revolucionario (PCR), del que luego fui
expulsado".
También advierte que "la
intervención provocó discrepancias en la forma de enfrentarla, el
comunismo planteaba la renuncia de los profesores, pero muchos militantes
discrepábamos con ello porque la Universidad, no era un lugar ideal, pero si un
frente de lucha y un lugar en el que estaban los estudiantes".
"Desde el 66 comenzó un
retroceso generalizado. Antes no existía el
movimiento docente en las facultades, la concepción era la del profesional
dando clases. Pero en los años 60 aparecen los cargos de dedicación completa y
la investigación, lo que permitía al profesor ser un trabajador de la universidad.
Pero, algunas de esas investigaciones eran impulsadas por la Fundación
Rockefeller, lo cual provocaba polémicas sobre la cuestión, ya que se rechazaba
a los subsidios que llegaban desde empresas imperialistas", remarca el
docente.
Movimiento estudiantil
En los años 60, el movimiento
estudiantil estaba politizado y eso era producto de que la época fuera de un ascenso
revolucionario mundial. En el 69 protagonizó junto al movimiento obrero las
jornadas del Rosariazo, eran los años del Cordobazo, y del movimiento en
Checoslovaquia y el Mayo Francés. Me tocó estar en Praga cuando se produjo la
invasión soviética en Checolosvaquia, estaba en Praga, hablé en nombre de la
FUA en actos en París.
"Entré en la universidad del
Litoral en el 58, ya en un período de luchas, cuando en el gobierno de Frondizi
se produce la oficialización de títulos por parte de la universidad privada.
Como estudiante secundario participé en la formación de la Federación Rosarina de Estudiantes Secundarios, en el 54. En el 75 me expulsan del PCR y
quedé políticamente aislado. Luego vino el golpe y me exponían mis antecedentes
militantes. Desde el 66 hacia una vida semi clandestina, en el 70 y 71, las
patotas represoras allanaron la casa de mis viejos", resalta Mangiaterra.
Entre obras y aulas
"En el 75 emprendí nuevas
actividades para sostener a mi familia, ya tenia tres 3 pibes. Recuperé el
ejercicio profesional con experiencias muy interesantes y en grandes obras como
Atucha2, la planta de Acindar, Cerámica San Lorenzo, en la ESSO de Campana y en Formosa. Eso que fue tan interesante por adquirir experiencia en obras, luego
lo volqué cuando en el 87 regresé a la docencia", recuerda.
"En 1987, tras proponer
algunas actividades con egresados de la Escuela de Agrimensura, me impulsaron
a retomar la docencia, tras 20 veinte años de estar sin poder regresar a
clases. También en los 90 me vinculé al movimiento docente, fui consejero
directivo durante 8 años por la facultad de Ingeniería y candidato a rector en
2012, por la izquierda", explica.
Y agrega: "desde el 90 me
dediqué exclusivamente a la docencia, en materias como Estudio y Trazados
Especiales, referida a la actividad en las obras. En Agrimensura me dediqué a
la industria y la producción agropecuaria, y también a Matemática, en Cálculo de Compensaciones y Ajuste".
Por otra parte, Mangiaterra
también resalta el "importante cambio en el desarrollo del movimiento
docente universitario, en especial en el caso de la Coad en Rosario, como el
luchar y lograr el convenio colectivo de trabajo y la instauración de paritarias
de modo más efectivo".
"Distintos intereses en un campo
de lucha"
"La Universidad pública
argentina tiene rasgos peculiares que son la autonomía, el cogobierno, la
gratuidad y el ingreso irrestricto. Salvo en períodos de dictadura son
características de nuestra universidad estatal. Estas características le da una
composición social al estudiantado en el que una parte es de la élite, pero una
mayoría del estudiantado viene de capas que no son de clase dominante, tampoco
son los hijos del conjunto de los trabajadores, pero es una masa con intereses y con un origen contradictorio con la clase dominante", explica el profesor
Mangiaterra.
"A ello se le agrega que los
docentes ya no son aquellos profesionales que daban clases, a veces para tener
«lustre» o un título de honor. Al aparecer el trabajador docente
universitario, que por sus condiciones de trabajador tiene intereses
contradictorios con la clase dominante, convierte a la universidad en una
institución que ya no es tan manejada por una élite. Pero tampoco una isla
democrática, es un campo de lucha donde se expresan los intereses de distintos
sectores, con expresiones políticas y donde la lucha reivindicativa conduce a
confluir con otros sectores populares", remarca.
Por otra lado, advierte "la
aparición de un sector que llama: la burguesía burocrática. Como hay burguesía
industrial, agraria y la comercial, están los que gestionan en el Estado. Es
una burguesía que adquiere una conciencia propia, un instinto de conservación
para quedar en elecciones, cargos y fueros. Tienen una función que consideran
valiosa y consideran que por eso tienen derechos y recompensas".
"Eso se extiende en el
movimiento estudiantil, influyó en la Franja Morada y en el MNR, que más que
agrupaciones estudiantiles son extensiones de la burguesía burocrática, son
escuela de funcionarios, no escuela de militantes. Eso mediatiza al movimiento
estudiantil", afirma.
"Esa burguesía produce un
descrédito de la política entre los estudiantes. En los 60, no todos eran
militantes y la imagen de los activistas podría ser criticada, pero no era el
militante funcionario, detentador de prebendas", sostiene el ingeniero.
Intervención ante la autonomía
En la noche del 29 de julio de 1966,
un mes después del golpe de militar encabezado por el general Juan Carlos Onganía
que derrocó al gobierno constitucional de Arturo Illia, la Policía Federal
desaloja a la fuerza cinco facultades de la Universidad de Buenos Aires. La
dictadura autodenominada Revolución Argentina envía la represión a esas
facultades que eran ocupadas por estudiantes, profesores y graduados, en
protesta contra la decisión de intervenir las universidades y anular su régimen
de gobierno autónomo.
Se estima que unas 400 personas
fueron detenidas, mientras se destruyó bibliotecas, laboratorios y otras instalaciones
universitarias. Marta Slemenson, en su trabajo sobre "Emigración de
científicos argentinos", señala que emigraron 301 profesores
universitarios; de ellos 215 eran científicos; 166 se insertaron en
universidades latinoamericanas, básicamente en Chile y Venezuela"..
También remarca que; "Otros 94 se fueron a
universidades de Estados Unidos, Canadá y Puerto Rico; los 41 restantes se
instalaron en Europa".
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