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lunes, 19 de junio de 2017

LA OTRA CARA DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO

 Rosario, noviembre de 2006

Laura Ferrer - Aldo Mangiaterra - Mónica Romero
Consejeros docentes de la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura

         Hablar de la Universidad de Rosario es hablar de miles de docentes, la mayoría de los cuales se esfuerzan en su cometido pese a los magros salarios y las condiciones inadecuadas de trabajo; y otro tanto pasa con el personal no-docente.
También es hablar de decenas de miles de estudiantes, muchos de los cuales trabajan para sostener sus estudios; o también es mencionar centenares de investigadores, muchos de los cuales son reconocidos a nivel internacional.

          Esa es una cara de la Universidad; sin embargo en estos días se ha puesto crudamente de manifiesto la otra cara, la de la disputa entre los grupos de poder que vienen manejando la Universidad.

         La decisión del Ing. Gimbatti, a cargo del Rectorado, de mantenerse en esa función hasta el mes de mayo del próximo año constituye claramente una violación del artículo 17 del Estatuto de la UNR.

         Está claro que esa decisión no es sólo personal sino que representa el acuerdo con un grupo de funcionarios directivos, entre ellos varios decanos, también con la directiva del gremio no-docente (según surge de las declaraciones que oportunamente formulara el propio Gimbatti) y además la connivencia de algunos dirigentes estudiantiles.

         Tal decisión constituye un claro caso de violencia institucional. Se ha tomado por encima y en contra del Estatuto y, por sobre todo, absolutamente al margen del conocimiento y la voluntad de docentes, no-docentes y estudiantes. De tal modo el Ing. Gimbatti no sólo suma poder (recordemos que es el actual gerente de la Obra Social) sino que él y sus acólitos pretenden asegurarse el predominio en la renovación de autoridades universitarias que corresponde en el próximo año.

        
La violencia institucional no es un hecho nuevo en la UNR. Se viene ejerciendo hace tiempo y el ejemplo más palmario fue cuando se impidió a la Comisión designada para estudiar la distribución y manejo del presupuesto, que la misma emitiera su informe y que el mismo fuera considerado por la Asamblea Universitaria. Esa acción se realizó bajo la dirección del fallecido rector Suárez en compañía de Gimbatti.

Hace tiempo que en la Universidad de Rosario se ha instalado una especie de despotismo, basado en una política clientelar, donde se puede pedir pero está mal visto discrepar, donde el ejercicio de la crítica abierta constituye temeridad y donde la exigencia de transparencia es punible al grado de sometimiento a sumario. Sólo férreas actitudes del movimiento docente o estudiantil han logrado quebrar, en diversas oportunidades, tal práctica.

         Lo que sí es nuevo es que quienes fueron socios en el ejercicio de tal violencia y en general en el manejo de la Universidad, estén hoy en posiciones enfrentadas respecto a la designación del Rector.

         Los unos se han apoderado del manejo de los resortes institucionales; los otros se sienten despojados del poder que otrora compartieron. No está en debate el papel de la Universidad en la sociedad, ni la política gubernamental, ni los derechos de los trabajadores de la universidad, ni las reivindicaciones estudiantiles.

         Lo que se disputa es el manejo de 9.000 puestos de trabajo, de 176 millones de pesos de presupuesto, de no se sabe cuantos millones mas provenientes de servicios a terceros y de subsidios o programas especiales; en definitiva espacios de poder.

         Por otra parte resulta lamentable que esta disputa sea en parte el reflejo de las escaramuzas que a nivel provincial protagonizan la UCR y el PS. Es decir que la Universidad forme parte del reparto a dirimir entre socios que, en vez de preocuparse por la universidad, se han encargado de ocuparla.

         El gobierno nacional mira con displicencia y cierta satisfacción y ¿porqué no?, especula con la posibilidad de terciar en la disputa obteniendo tajada. A la vez esto le facilita no tener que ocuparse de derogar la ley de Educación Superior del menemismo, ni tampoco procurar un presupuesto que contemple salarios adecuados y garantice un funcionamiento de la universidad acorde con las necesidades populares.

         Radicales y socialistas pretenden reducir el problema al sólo hecho de la elección de Rector. En realidad lo que en apariencia no es mas que eso, en el fondo es una manifestación más de que la universidad de Rosario está cada vez mas alejada de la función que proclama su Estatuto: “Elaborar, promover, desarrollar y difundir la cultura y la ciencia, orientándola de acuerdo con las necesidades nacionales, extendiendo su acción al pueblo”

         Por lo tanto consideramos que debe llamarse a Asamblea Universitaria, en forma inmediata, pero para discutir la situación institucional de la UNR; es decir que la misma debe decidir no sólo, ni tanto, quién y cómo debe ejercer el Rectorado, sino fundamentalmente cuales son los pasos a dar para, en primer lugar, adoptar formas democráticas mas avanzadas, como por ejemplo la elección directa del Rector y los Decanos y también para lograr una nueva ley de Educación Superior y recursos presupuestarios adecuados.


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